Déjame Amarte [18]

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Cuando doy el primer paso antes de adentrarme un día más en los juzgados, siento cómo un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Como si mi subconsciente supiera que algo malo está a punto de pasar, y quisiera advertirme y sacarme de aquí lo antes posible. Pero yo sé que todavía me quedan asuntos por resolver.

Continúo por los pasillos con la cabeza bien alta, aunque una parte de mi se esté esforzando por controlar los nervios que me carcomen por dentro. Siento cómo los papeles que sujeto firmemente entre mis dedos, me queman cada vez más y más con cada paso que doy.

No he podido recuperar toda la información que había conseguido recopilar en casa del señor Barnard. Ahora mismo, con sólo pensar que toda esa información tan valiosa podría encontrarse en las manos equivocabas, consigue bajarme toda la tensión. Sé que fui una estúpida por acudir a aquel lugar, sola, y sin sospechar que alguien podría estar siguiéndome. Aunque en mi defensa diré que nadie espera que unos matones de turno quieran terminar contigo.

—Veo que estos días de descanso le han sentado muy bien, señorita Grey —saluda una voz grave que no tardo en reconocer ni cinco segundos. El señor Sinclair roza con una de sus manos la parte baja de mi espalda, provocando que mis nervios y mi desconcierto crezcan un poco más. Se sitúa enfrente de mí, portando una sonrisa que hacía mucho tiempo que no veía—. No se preocupe, sus faltas en el bufete están justificadas. Siempre y cuando tenga buenas noticias para mí.

Y acto seguido, yergue una de sus manos hasta dejarla en medio de los dos, esperando a que le de uno de los documentos que guardo fuertemente conmigo. Sin poder decir ni una sola palabra, escojo con cuidado la carpeta en la que he trabajado estos últimos días. Siento cómo sus ojos me analizan con cuidado, preguntándose con la mirada, curioso, que le estaré ocultando en la otra carpeta.

—Pensé que usted no revisaba ese tipo de correos tan aburridos y corrientes —es lo primero que soy capaz de formular, refiriéndome al correo en el que le tuve que mentir al señor Moore, para no ir a trabajar. Mientras tanto, él da un vistazo rápido a los documentos que tantas horas me han tenido en vela—. Ya sabe, tiene pinta de que su secretario es el encargado de llevar todo el papeleo.

La voz me tiembla un poco al final sólo de recordar todo lo ocurrido en los últimos tres días. El último ataque inesperado me ha dejado fuera de combate en unas horas que seguramente fueron cruciales para intentar descubrir quién es el responsable detrás de todo esto. Sin embargo, mi mente me pedía a gritos estar alejada del centro del huracán; mantenerme al margen, aislada, sin poder ponen en peligro a nadie más.

Aunque también he de decir que Olivia tampoco estaba por la labor de dejarme ir así sin más. Se ha pasado estas últimas horas casi, literalmente, pegada a mí. He tenido que mentir en el trabajo, con la excusa de que no me encontraba suficientemente bien como para salir de mi cama y hacer una vida más o menos normal. Y todo por culpa de algún virus raro que últimamente se está cebando con toda la ciudad.

Y parece que todos se lo creyeron, salvo aquellos que realmente saben todo lo que está ocurriendo. Pero, aunque mi secreto parece estar a salvo, la mirada tan directa y oscura del señor Sinclair, provoca que dude de hasta mis propios pensamientos.

—He decidido involucrarme más con mi equipo —confiesa él, distanciándose un poco de mí. Comienza un pequeño monólogo que yo no me atrevo a interrumpir sobre la importancia de implicarse con sus trabajadores y mantener un buen ambiente en cada sección. Únicamente me limito a asentir, hasta que de sus labios sale un nombre que no me esperaba escuchar—... aunque eso también signifique exigirle un poco más a mi hijo. Kalet. Usted lo conoce, ¿verdad?

Trago saliva, y hago todo lo posible por mantener contacto visual con él. Aunque ahora mismo es lo último que me apetece.

—Sí, conozco al señor Sinclair —opto por decir, mientras su mirada se intensifica un poco más. Siento que quiere sacarme información, pero, por mucho que sea mi jefe, me niego a poner en juego nuestro secreto—. Es nuestro superior. No tengo ninguna queja sobre él.

Déjame Amarte© #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora