Tal y como me imaginaba, nadie se conforma con ir a una simple – pero lujosa y cara – cena para después volver a casa e irse a dormir. Sobre todo, si esa cena cae en un viernes y las personas con las que te rodeas están cansados de trabajar y tienen ganas de fiesta. De mucha fiesta.
Llegamos a un local totalmente diferente a lo que todos conocemos: sigue siendo bastante formal, o al menos así lo aparenta desde fuera. Al segundo de entrar, el aire cargado del ambiente y el volumen alto de la música nos reciben, invitándonos a caminar hacia la barra para pedir la que será la primera copa de la noche. Y sólo en ese momento, cuando tengo mi primera copa sobre mis labios, me maldigo por haber bebido tanto vino en la cena. Mezclar nunca me ha sentado bien, aunque no sé por qué motivo no suelo hacerme mucho caso. Pero es que en esta ocasión me ha resultado demasiado difícil no entretenerme con la bebida, sobre todo, si aún por encima de estar rodeada de gente interesada por mí, tenía que ser testigo de las matadoras miradas que Evans y Sinclair no dejaban de lanzarse. Incluso alguna que otra dirigida a mí, he de admitir.
—¡Vamos, Kimberly! —me anima otra compañera cuyo nombre ahora mismo no recuerdo. Quiere que bebe todo el líquido de un trago porque el resto del grupo ya va a pedir la segunda tanda.
Sé que esto está mal y que va a acabar mucho peor. Yo nunca he sido muy fan de beber demasiado, pero, esta vez, no puedo evitar que toda esa emoción de mis compañeros se me acabe contagiando. Escucho a mi consciencia con la voz de Olivia, recordándome que me comporte y que no haga ninguna tontería. Pero por primera vez en mucho tiempo, dejo de pensar demasiado en las cosas y lanzarme a la boca del lobo sin saber qué es lo que me deparará en las próximas horas. Con no olvidar la dirección de mi apartamento, todo estará bien.
Después de la segunda copa llega la tercera y yo ya me siento flotando en la pista de baile. Las formalidades se han quedado a un lado y todos bailamos con los adolescentes que éramos. Shawn, uno de los compañeros que conocí mejor esta noche, se ofreció amablemente a invitarme a mi tercera copa si a cambio le condecía un inocente baile. ¿Acepté, aunque sabía que sólo intentaba ligar? La respuesta –aunque a la Kimberly del pasado no le hubiera gustado– fue que sí. Así que aquí estamos, casi todos borrachos y con ganas de hacer de todo menos cosas responsables. Adoro sentirme de esta forma tan libre; siendo una persona más que se atreve a dejarse llevar. Piel con piel, todos bailando al ritmo de la música con un único propósito: pasar un buen rato.
Así que sólo me permito parar cuando casi no siento los pies, mi media cabellera ya comienza a pegarse a todas las partes de mi rostro y siento demasiado calor para seguir en medio de tanta gente. Sin embargo, nunca creí que ir al baño para echarme un poco de agua y refrescarme sería una mala decisión. Cuando la puerta se abre y a través del espejo, a duras penas, puedo distinguir la figura de William Evans, siento cómo todo mi cuerpo se paraliza: me quedo a medio camino, todavía con el agua circulando entre mis manos mientras él deja que la puerta se cierre. Quedándonos solos. Los primeros segundos se queda totalmente paralizado, observándome a través del cristal. Trato de recomponerme lo antes posible, como si estar a pocos metros de él en un sitio demasiado pequeño como para aguantarnos a los dos, no me afectara. Vuelvo a echarme agua como si nada, hasta que finalmente decide hablar, provocándome un pequeño susto.
—No me puedo creer que te haya vuelvo a pasar —comenta, con verdadera incredulidad. Ese tono me molesta bastante.
—¿Perdona?
Decido girarme hacia él, tan rápido que siento cómo estoy a punto de marearme. No tardo en sujetarme al lavado para evitar caer. Todo pasa demasiado rápido como para que se note, así que trato de restarle importancia. Él se aclara la garganta antes de volver a hablar. Da un paso al frente, manteniendo en todo momento esa postura despreocupada que tanto me saca de quicio.
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Déjame Amarte© #PGP2022
Подростковая литератураLas segundas oportunidades pueden ser más caóticas que las primeras, y eso es algo que las hermanas Grey van a conocer muy bien. ** Después de pasar dos años...