Por primera vez en mucho tiempo, siento que no estoy dando todo de mi en el trabajo. El informe está más que entregado y el trabajo de hoy casi terminado, pero hay un tema al que no dejo de darle vueltas. Y gran parte de mi concentración se desvía hacia ahí. No sé cuántas horas llevo trabajando, porque hoy el día me resulta interminable. Pero, en mitad de leyes y sentencias se me ocurrió una idea que ya no pude ignorar. Si quería obtener respuestas sobre lo que vi al llegar al bufete, tenía que encontrarlas por mi cuenta. Sabía que lo que estaba haciendo estaba más que mal. Y que, seguramente, si alguien llegara a pillarme, estaría despedida. Pero aún así, me aventuré a buscar. Resultó ser más difícil de lo que creía, pero a un cuarto de hora de terminar el trabajo, pude encontrar la dirección del anciano que ayer estaba luchando en el juicio. Esos ojos de pena jamás se me olvidarán. Y si su abogado corrupto piensa dejarlo abandonado, yo no lo haré.
Al finalizar, recojo mis cosas con normalidad, tratando de no levantar sospechas. Para mi mala suerte, el grupo que siempre se junta al salir me detiene justo a cinco metros de la puerta. Ahora mismo me encantaría ignorarlos y salir corriendo, pero si quiero aparentar que no estoy nerviosa, no me queda otra que escuchar la propuesta que tienen para mí.
—¡Hey, Grey! —saluda Shawn, representando al resto de los chicos, donde también se encuentra el ojiazul—. ¿Por qué no te vienes a tomar una cerveza con todos nosotros? Para no perder las costumbres.
Trato de dedicarle mi sonrisa más sincera y natural. Declino su oferta de la mejor manera posible, pero cuando el resto de grupo comienza a insistir, siento que mi fortaleza se va derrumbando poco a poco. Me estoy colocando nerviosa, y sé que Will lo está notando. Su mirada se intensifica y, aunque se mantiene en silencio, me analiza como si quisiera que le revelara a dónde voy a ir.
—Igual me paso más tarde —termino cediendo al fin—. Primero, tengo un asunto que resolver.
A ellos parece convencerle mi respuesta, después de estar alrededor de diez minutos tratando de persuadirme.
En la calle ya comienza a hacer un poco de fresco. Intento taparme con la única chaqueta que llevo encima mientras espero con entusiasmo a que llegue el taxi. En el fondo, puedo observar cómo la mayoría de mis compañeros de trabajo se suben a sus coches para poder ir a un bar cercano, bastante conocido en la ciudad. El último en subir es Will, quién parece estar haciendo tiempo. El resto del grupo se va y, en la distancia, él comienza a observar todo a su alrededor, como si supiera que yo no debería andar muy lejos de ahí. Por suerte, no consigue verme. Así que unos minutos más tarde, se sube a su coche y abandona el lugar como el resto de nuestros compañeros. En ese momento, siento que puedo respirar con normalidad. Por un momento pensé que todos mis planes se verían trucados por algo o por alguien, pero de momento está saliendo todo perfecto. Aunque sé que es muy importante no cantar victoria.
Cuando por fin diviso el vehículo blanco que me llevará a mi destino, no puedo evitar analizar todo mi alrededor con precaución. Algo me dice que esa persona está aquí, y no dejo de sentirme observada.
—¿A dónde vamos, señorita? —pregunta el conductor una vez que estoy dentro. Recito la dirección tal cual aparecía en el informe que, en teoría, estaba vedado para mí.
El señor parece no oponerse a ello, obviamente no siendo consciente de que lo que estoy a punto de hacer, supone un gran peligro para mí. Trato de mantener mis nervios a raya todo el trayecto que, por suerte, no es demasiado largo. Después de veinte minutos de puro silencio, entramos en la urbanización del señor Bernard. Cuando me bajo del taxi y me sitúo delante de su puerta, tengo que respirar profundamente unas cuantas veces antes de atreverme a llamar.
Toco el timbre y el ruido que produce parece resonar por toda la casa. Jamás me había encontrado tan nerviosa como ahora mismo, y no puedo evitar mirar a un lado y al otro, controlando que nadie me está siguiendo. La espera se me hace eterna, hasta que, finalmente, la puerta se abre, y el mismo señor que vi ayer en el juicio, me observa expectante desde el otro lado de la puerta.
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Déjame Amarte© #PGP2022
Teen FictionLas segundas oportunidades pueden ser más caóticas que las primeras, y eso es algo que las hermanas Grey van a conocer muy bien. ** Después de pasar dos años...