Déjame Amarte [13]

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Kimberly Grey

Mi corazón todavía late con fuerza contra mis oídos cuando él parece recriminarme en un momento como este mi comportamiento "despreocupado" e "inconsciente".

—Ni siquiera quiero pensar en qué hubiera pasado si no llegara a aparecer —es lo último que murmura para sí mientras continúa con la vista en la carretera, todavía a una velocidad que me pone los pelos de punta. Aprieta su mandíbula con fuerza, tratando de retener toda la rabia que todavía no ha abandonado su cuerpo—. ¿Cuándo piensas contarme quiénes eran y qué demonios tienes que ver con todo esto?

Su cuerpo permanece igual de tenso que desde el primer instante en el que todo sucedió, ya que hace tan sólo unos minutos que aquel coche negro nos ha perdido la pista. De todas formas, no tendría mucho sentido que continuara siguiéndonos. Algo en mi interior me advierte una y otra vez que esto sólo se trataba de una señal. De una advertencia por parte de una persona muy importante e influyente, para que deje de investigar: mi padre.

Él no se tomaría tantas molestias si lo que realmente estoy investigando tuviera algo que ver con su persona. Aún así, sigo desconociendo cómo ha descubierto mis planes, pero rápidamente caigo en la cuenta de que tiene a miles de personas trabajando para él. Tampoco me extrañaría que el autor de los mensajes anónimos estuviese relacionado con Marc Grey, aunque jugar a enviar mensajitos para asustarme, ya se le queda demasiado pequeño para su edad.

Toda esta situación consigue poner todos mis pelos de punta. Sin embargo, también significa algo: voy por el buen camino.

—¿No piensas comentar nada? —presiona mi compañero de viaje, quien no le da un respiro a su pobre volante y todavía lo sigue estrangulando contra sus manos. Sus nudillos ya han perdido todo su color—. ¡Demonios, Kimberly!

Para el coche de un segundo al otro y mis alarmas vuelven a saltar. William está realmente histérico. Muy pocas veces lo he visto fuera de control, pero no me sorprendería que ahora mismo ocurriera. Consigue provocarme cierto miedo, y por ello me alejo de forma inconsciente cuando trata de tocarme. Sé que algo en mis ojos cambian cuando nuestra mirada conecta, porque él parece darse cuenta de cómo me siento, así que trata de recuperar el control de su respiración y comenzar a respirar profundamente.

Algo le ocurre.

—Creo que no eres capaz de entender todo el peligro que estamos asumiendo —habla esta vez, más calmado y con la intención de hacerme entrar en razón. No me mira para evitar volver a perder los nervios, pero sé que ahora mismo querría hacerme de todo con tal de revelar qué es lo que realmente está pasando. Algo en mi parece cambiar. Sé que no voy a poder ocultarle los verdaderos motivos de mi visita a la casa del Señor Barnard, aunque ello signifique revelarle que volví a California un año antes para después huir de allí y refugiarme en el último lugar en el que querría estar—. Han estado a punto de deshacerse de ti. Delante de mis propios ojos. ¿Tú sabes el miedo que he pasado?

Esta vez sí que se gira para observarme. El azul de sus ojos es tan intenso y oscuro que logra imponerme. Me siento como si estuviera observando al mar en mitad de la noche: tan inocente y peligroso a la vez. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y por primera vez desde que salimos de allí, no sé qué decir. Una parte de mi quiere contarle la verdad, pero la otra sólo piensa en una cosa: protegerlo, aunque sé que no debería.

—Está bien —termino cediendo, aunque no sé por qué lo estoy diciendo. Mi mente y mi corazón parecen estar en medio de una fuerte discusión, y son sólo mis labios los que se atreven a decirle algo que consiga calmarlo—. Vamos a un lugar seguro, te lo contaré todo.

William parece creerse mis palabras. Vuelve a poner el coche en marcha y todo a nuestro alrededor se sumerge en un incómodo silencio. Jamás me había imaginado que mi día terminaría así. Y menos que él sería la persona con la que compartiría mis últimas horas. Ensimismada en mis propios pensamientos, consigo que el trayecto se me haga bastante corto.

Déjame Amarte© #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora