Prologo

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Aun luego de mucho tiempo podía recordar cómo fue ese día, aquel que sin saberlo sería el momento en que comenzaría a descubrirse a sí mismo.

Las altas temperaturas estaban arrasando en todo el país, las noticias no paraban de repetir que estaban pasando por la ola de calor más fuerte hasta el momento. Los doctores recomendaban mantenerse hidratados, los hospitales colapsaban de gente que sufría un golpe de calor y las ambulancias no alcanzaban para la cantidad de gente que se desmayaba en la calle.

Y casi como si estuvieran malditos, en el hogar de la familia Jiang, el aire acondicionado había decidido dejar de funcionar justo en el día más caluroso en toda la historia de China.

La gente que pasaba por la calle podía oír el incesante chirrido que hacía el ventilador en la sala, que fue encendido luego de veinte años en el ático. En el momento en que Jiang Fengmian fue en su busca y vio su apariencia, las posibilidades de que aun funcionara eran nulas, pero con unos cuantos trapos húmedos—los cuales iban a ser directamente prendidos fuego de lo sucio que habían quedado—y unos cuantos golpes, las aspas comenzaron a girar y a dar una leve corriente de aire fresco.

Toda esta situación no parecía afectar en lo más mínimo a los dos integrantes menores de la familia, los cuales habían estado toda la mañana peleándose entre sí por quién de los dos tendría el ventilador en su habitación, sin siquiera preocuparse en ver si podían ayudar a arreglarlo.

Como siempre con un grito de Madam Yu en el que amenazaba con romperles las piernas si seguían peleando, la discusión termino y decidieron colocarse junto con Yanli en la sala— lugar en el que se colocó el aparato milagroso.

Apenas cinco minutos más tarde el de pelo negro había empezado a acaparar todo el aire fresco, colocándose justo en frente del ventilador. Claramente la paz en esa casa no era de larga duración y apenas unos segundos después ambos hermanos estaban peleándose entre sí.

—Wei Ying muévete me estas tapando todo el aire a mí—Protestó Jiang Cheng, su hermano en definitiva nunca aprendía la lección, aun peor parecía buscar que su madre les rompiera las piernas.

La idea de traer un par de perros para que su hermano saliera corriendo se le hacía cada vez más tentadora pero como su padre seguro lo retaría, simplemente empujo al otro hacia el costado.

—Oye Jiang Cheng no seas malo estoy sudando un montón, a este paso me voy a derretir y moriré de calor, si no me crees huéleme las axilas—. Expresó el pelinegro de forma dramática mientras que obligaba al otro a oler su sudor.

Puaj ¿Cuándo fue la última vez que te bañaste? ¿Hace una semana?, además ¿Por qué te tengo que oler eso? ¡Maldito apestoso!

—Moo, Jiang Cheng juro que me bañe ayer.

En medio de la absurda pelea, Yanli se levantó del sillón para mover hacia su dirección el ventilador, esta acción no pasó desapercibida por los menores pero ninguno se animaba a protestar por lo que había hecho.

La pequeña que siempre estaba con una sonrisa en su rostro, parecía haber desaparecido por completo, dejando a una niña malhumorada y seria. El por qué de esta particular situación ambos menores la ignoraban, al fin y al cabo no había razón para que dos niños de diez años supieran que en la madrugada, cuando su hermana se levantó en busca de un vaso de agua, había una mancha de sangre en la cama, la cual salía de adentro suyo. Aterrada fue hasta el cuarto de sus padres y con la cara llena de lágrimas le pregunto a su mamá si se iba a morir desangrada.

Su madre entendiendo por lo que estaba pasando la calmó y le aseguro que no iba a suceder algo así. Luego siguió una larga charla que terminó con Yanli en el baño colocándose por primera vez una toallita; la cual con cada paso que daba se le clavaba en un lugar diferente y hacía que caminara como pingüino. Jamás se sintió tan incómoda y para empeorar la situación tenía un dolor de espalda que la estaba matando.

JieJie ¿Qué opinarías si a mi me gustara un chico?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora