El día de Nie MingJue venía muy bien. Había firmado un contrato con una nueva empresa, A-Yao no había tenido la necesidad de mandar a algún socio traidor a la banca rota y ambos habían salido temprano del trabajo. No podía desear un día mejor.
O eso fue lo que pensó, hasta que abrió la puerta y se encontró con Jiang WanYin en el comedor de su casa —lo que no era nuevo en realidad, a veces hasta dudaba de que el chico tuviera familia—, sentado de forma recta, sudando nervioso y cortando una rebanada de la tarta de limón que le gustaba. A su lado, Huaisang tenía una estúpida sonrisa en su rostro.
—Tienen dos minutos para decirme porque actúan como si hubiesen cometido asesinato —exclamó, dejando su maletín en el sillón. GuangYao se rió por lo bajo a su costado.
—Dage, si hubiese cometido asesinato, ciertamente no estaría sentado esperando a comer un poco de tarta de limón —aclaró Huaisang.
—El hecho de que pareces tener un plan por si alguna vez eso llega a pasar es preocupante —señaló, sentándose frente a su hermano en la mesa.
—Yao-ge me enseñó a tener un plan para todas las circunstancias posibles. Aun así, no tengo planeado cometer un delito de ese tipo en el corto plazo.
—Lo que ciertamente es tranquilizador, dado que no tengo ningún plan de contingencia armado para tal situación —interrumpió el Jin—. Ahora, me gustaría saber por qué Jiang WanYin está sudando a tu lado como si hubiera corrido un maratón de cincuenta kilómetros.
Al ser nombrado, Jiang Cheng respiró profundo, en un intento de calmarse. Carraspeó levemente. Estaba seguro que había tomado más de un litro de agua en la última hora, pero se sentía como si no hubiese probado una gota en días.
Huaisang deslizó disimuladamente su mano junto a la de su novio bajo la mesa, entrelazando sus dedos en un apretón firme. WanYin agradeció el gesto, pero ciertamente no le ayudó mucho ante la idea de decirle a Nie MingJue que estaba saliendo con su amado hermanito.
El ambiente sentía pesado. Tiene miedo de hablar, de abrir la boca y cagarla, de la respuesta que podría obtener. Exhaló y contó hasta diez, forzándose a responder.
—Vine a pedirles permiso para salir con Huaisang —intentó sonar firme y mantenerse erguido, pero cualquiera se sentiría como una hormiga frente al hermano de Huaisang.
—¿Y qué harás si te digo que no? —le preguntó MingJue, apoyando sus codos en la mesa con una seriedad inquebrantable.
Huaisang estuvo a punto de protestar, pero GuangYao lo miró y negó con la cabeza, haciéndole entender que no debía meterse.
Jiang Cheng, por su parte, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho y no de la forma bonita.
—Le pediría que me dijera el por qué a su rechazo. Pero aun si fuera por algo razonable, me levantaría y volvería mañana a intentar ganar su permiso —declaró. Los Jiang no se rendían nunca.
Nie MingJue lo observó detenidamente, en busca de algún rastro de duda o indecisión. No lo encontró, por lo que suspiró y permitió relajarse apoyándose sobre el respaldo.
—Me agradas, Jiang WanYin, la gran mayoría ni siquiera se hubieran atrevido a mirarme directamente a los ojos. Huaisang y tu son libres de hacer lo que quieran —respondió. Miró a su hermano, que tenía una sonrisa orgullosa en su rostro.
Hacía mucho tiempo que no lo veía así de feliz.
—Estoy feliz de que A-Cheng te agrade, Dage. Pero déjame aclararte que en realidad veníamos a avisarte que estábamos saliendo, no a pedir tu permiso. Y agradecería que no asustaras a mi novio la próxima vez —alegó, haciendo énfasis en la palabra novio.
ESTÁS LEYENDO
JieJie ¿Qué opinarías si a mi me gustara un chico?
FanfictionLas lágrimas no paraban de caer por si solas. Una, dos, tres. Eran tantas que sus pequeños ojos se encontraban nublosos y no podía ver bien. ¿Por qué los niños eran así? ¿Estaba mal ser curioso? ¿Qué había de malo en tener una imaginación diferente...