Capítulo 17

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El clima frío siempre ha sido su favorito, la lluvia, la nieve, la brisa. Una buena taza de té o de chocolate, el encantaba la sensación de tomarse algo caliente ante el clima frío, casi podía sentir que el líquido abrazaba sus pulmones y acariciaba su garganta para llenarlo de calma y paz.

Siempre había sido un amante de los pequeños detalles, de aquellas cosas que la mayoría de las personas no solían detenerse a admirar. Y sentía fascinación por aquellas personas que eran como él, pero como ya había mencionado no había conocido aún a nadie con esas cualidades.

No le gustaba lo común y por esa razón anhelaba a alguien que fuera diferente cómo todas esas cosas que solían gustarle. Un buen libro de vez en cuando y alguien que pudiera entender de lo que estaba hablando, con la mayoría de las mujeres con las que había salido había tenido que abstenerse de hablar de muchas cosas pues ninguna estaba a esa capacidad.

Se preguntaba a diario sí de verdad existía a alguien para él. Y es que con cada día, semana, mes, inclusive año que pasaba se veía más lejana la posibilidad de encontrar a la indicada. No solía sentirse bien con nadie. Había salido con muchas y también había tenido novias y aunque llegó a enamorarse en una ocasión ahora cuando lo recordaba le daba risa era un niño ilusionado con la idea del amor sin la suficiente madurez para afrontarlo.

Había escuchado de muchas personas que se habían quedado solas toda la vida. Que nunca se casaron, ni tuvieron hijos, inclusive llegó a escuchar de personas que murieron vírgenes... Tal vez ese era su destino.

Un exitoso empresario y un puesto importante en el mundo mágico, el respeto y el poder que muchos deseaban todo eso lo tenía. Tenía un centenar de chicas detrás deseando de su atención o siquiera una mirada suya pero para el eso no era suficiente.

Soltó un suspiro sonoramente y pensó totalmente patético que se veía justo ahora con su melancolía. Un hombre tildado como uno de los más codiciados, pero a él eso no le importaba porque sabía que lo que lo hacía el 90% codiciado era su puesto, su trabajo y su dinero.

Tener que fingir que no le afectaba y que no se sentía solo era difícil, su fachada de autosuficiencia y rigidez no permitía que nadie pudiera vez ni un poco lo que había dentro. Ya se había vuelto costumbre.

Escuchó el sonido de alguien apareciéndose.

-Dan, lamento interrumpir, pero se te hará tarde para tu reunión -Dijo más que su elfina, la única amiga real que tenía en el mundo.

-Gracias Elisa, ya terminé mi almuerzo ¿Podría por favor recoger hoy los paquetes por mí? -Preguntó el hombre dejando la taza sobre la mesa que estaba en el balcón donde de podía apreciar un hermoso paisaje. Era su lugar favorito de toda la casa.

-Por supuesto que sí, de no hacerlo te retrasarías más. Déjame arreglarte esa corbata -Dijo la elfina mientras se hacía levitar para enderezarle la corbata. -Por favor no olvides cenar.

-No lo olvidaré, nos vemos en la noche -Dijo despidiéndose de Elisa con un beso en la frente.

Llegó hasta la chimenea y desapareció. Era hora de trabajar.

En menos de unos minutos llegó al ministerio. Y todos comenzaron a saludarlo con cordialidad y admiración.

-Señor Wesker, llega justo a tiempo -Saludó Percy Weasley posicionándose junto a él.

-Weasley -Saludó- ¿Quiénes llegaron ya?

-Andrew Hopkins, el profesor Dumbledore, Harry Potter, el ministro y su consejera, señor -Dijo dándole paso para que entrara en el elevador.

-Perfecto -Dijo y las puertas se cerraron para enviarlos al piso 10.

El ministro de Magia había insistido en esa reunión en donde hablarían de un proyecto que tenían en mente y seguramente quería presentarle oficialmente a Hermione Granger... Había escuchado maravillas de la chica y estaba intrigado por ver si realmente caminaba sobre agua.

Besaré Cada Una De Tus LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora