Capítulo 3. ¿Se conocen?

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Existen días en los que simplemente la suerte no está de nuestro lado, quizá por efectos del karma o quizá el destino es el que nos quiere ver sufrir

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Existen días en los que simplemente la suerte no está de nuestro lado, quizá por efectos del karma o quizá el destino es el que nos quiere ver sufrir. Hoy parecía ser uno de esos días.

Mi día había ido de mal en peor, por la mañana nugget, mi gato se escapó por una de las ventanas y tuve que perseguirlo por dos calles, luego cuando cerré la ventana para evitar que volviera a salir me pellizqué uno de mis dedos haciéndome chillar de dolor. Y no solo eso, también cuando me bañaba se fue el agua y aún no terminaba de enjuagar el shampoo de mi cabello, en fin. Hoy definitivamente no era mi mejor día.

Miré la hora en mi reloj. Eran las cinco de la tarde. Si tan solo hubiera llegado antes al estudio, probablemente tendría más que unas cuantas frases para el coro de la canción. Eché la cabeza atrás en un intento de liberar el estrés, o eso se suponía. Y tomé la libreta golpeteando mi lápiz en una de las esquinas del escritorio mientras canturreaba lo que había escrito. No matter how much I can wait...until I see your face.

—Creo que necesita más ritmo—dijo alguien detrás de mí, causando que diera un pequeño salto sobre la silla.

Me giré sobresaltada, encontrándome a Seokjin, estaba recargado sobre el filo de la puerta, con ambas manos en los bolsillos de sus jeans y pasó la mano por su flequillo negro en gesto distraído.

—¿Qué haces aquí?—pregunté aún con la respiración agitada. Y me erguí aún en la silla cuando lo vi acercarse.

—Creo que necesita ritmo—repitió, de la misma manera que hace segundos. Se recargó sobre el escritorio e hizo una mueca con sus labios ignorando completamente mi pregunta.

Me limité a asentir con lentitud, es decir. ¿Qué debo contestar? Aunque, quizá no lo dijo en plan «odio tu canción» Quizá simplemente intentaba ayudar. Pareció haber notado la incomodidad en mi cara pues agregó:

—Ritmo, para que haga bailar a la gente —dijo completando la frase como si fuera algo obvio.

Acto seguido, movió sus brazos en movimientos rápidos chasqueando sus dedos. Parecía todo un niño pequeño o alguien completamente diferente. Alguien con quien entablar alguna amistad. Entonces, mi enojo de hace segundos se desvaneció por completo, al mismo tiempo que liberé la risa que intentaba contener.

Ay. No.

Levanté mi mirada, Seokjin ya no parecía estar divirtiéndose. Estaba serio. Nos quedamos en silencio, viéndonos mutuamente y noté mi cara cada vez más caliente ante la intensidad de su mirada.

—¡Lo siento!

Entonces lo escuché reír. Si, se rió. Rompiendo con la incomodidad del momento. Si tuviera que explicar cómo es su risa, diría que es del tipo contagiosa.

Slash ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora