Capítulo 5. 10/04/15

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—¡Yo también las extraño!—contesté a través del teléfono, sosteniéndolo entre mi cara y hombro mientras recogía algunos post-its regados en el piso.

—¿Todavía tienes kimchi?—preguntó mi mamá y por el tono de su voz podía jurar que tenia sus cejas arqueadas de la preocupación.

Todo menos que sus dos hijas pasaran hambre. Para ser sincera envidiaba tanto a mi hermana mayor, Olive. Por múltiples razones, una de ellas era que ella había nacido con la inteligencia de papá.

—Si, todavía me queda—contesté echando un rápido vistazo al refri, el cual estaba prácticamente vacío—si, esta bien ¡Cuídense mucho! Adiós.

Después de poner el teléfono sobre su base, continúe limpiando el cuarto que compartía con Seungna. Que a diferencia mía su espacio estaba reluciente, éramos polos opuestos aun así, era mi mejor amiga (no se lo digan a las demás).

Miré mi cama con estrés, tenía una pila de ropa sobre esta. El cuarto estaba hecho un desastre. Cosas por doquier; ropa, papeles y hasta gomas para atarme el cabello estaban esparcidas por toda la habitación, en lugares que ni siquiera se me hubieran ocurrido.

No había limpiado hace una semana por mi apretado horario. De la casa a la compañía y en eso se resumía mi día a día. No iba a mentir y decir que no hacia más cosas, por supuesto. Algunas veces teníamos días de descansos, pero repito «algunas veces» Ser trainee era agotador, no tenía tiempo para ver a mi familia, amigos o tener un hobby pero sobre todas esas cosas, me hacía sentir viva.

Abrí los cajones de mi escritorio que tenía aspecto descuidado pero no me juzguen, era vintage y había sido una ganga. Dentro me encontré con mi diario decorado con calcomanias y recortes de mis artistas favoritos de cuando tenía quince años. Lo abrí esperando encontrar alguna anécdota divertida pero en su lugar, dos fotos instantáneas cayeron al piso. Me agache tomándolas y cuando las vi con claridad una sonrisa se dibujó en mi rostro.

En una de las fotos salía Taehyung y en la otra el asqueroso sándwich que preparaba. Quién haya probado la mezcla de mermelada de piña con huevo me entenderá. Las fotos habían sido tomadas el último día que lo vi, fuimos a nuestra cafetería favorita y todo el tiempo lo había estado molestando por su sonrisa cuadrada.

Giré las fotos y ahí estaba la fecha escrita 10/04/15 y claro, no faltaba la firma de ambos para confirmar que eran de nuestra propiedad.

Pegué las fotos sobre el calendario frente a mi cama y me colgué ambas correas de la mochila sobre mis hombros. Dejé alimento para Nugget, mi gato y cuando estaba por salir, tuve la necesidad de regresar por un café. Mi cuerpo pedía algo de azúcar para tener energía suficiente, entonces aproveché el tiempo y me puse los audífonos en un intento de olvidarme de los recuerdos que daban vueltas por mí mente.

Después de terminarme el café salí en camino a la parada del bus. Para mi suerte esta vez, habían asientos disponibles.

Peine como pude mis cabellos despeinados por el viento y caminé hacia la compañía. Cuando llegué me encontré con Hoseok.

—¿Vas tarde?—Me seguía con la mirada pasando con rapidez por el pasillo.—¿o por qué corres?

—Sí, y si no me apresuro el señor Lee me va a matar.—contesté sin parar de caminar. Algo que caracteriza a nuestro maestro de vocalización es que casi siempre se despertaba con el pie izquierdo.

Hoseok soltó una carcajada y asintió.

Giré la manija de la puerta con nerviosismo pero para mi sorpresa el señor Lee sonreía, estaba feliz. Solté el suspiro que llevaba aguantando y me coloqué a lado de Seungna.

Slash ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora