¿Qué... me está pasando? (Free De La Hoya Y Tú)

Capítulo 22.

Narra Tn.

Luego de Cuza, fue Rantaro y... ¿Adivinen el resultado? Si, perdió.

Pero fue como con Cuza, la primera batalla la perdió Joshua por un punto y la segunda ganó él por final por salida.

No soy estúpida, se nota que lo hace a propósito.

Y mientras Joshua descansaba, Valt, Cuza, Chris y Rantaro debían seguir actuando.

—Pff, qué aburrido—dije y me di la vuelta para irme.

—¿A dónde vas? —preguntó Bradley.

—Voy a buscar a Saika —dije y fui a buscar a papá.

Bueno, no lo encontré, así que lo llamé. Y a lo lejos lo vi con una mujer a escondidas.

Me dio un tic en el ojo y fui hacia ellos con el celular mientras timbraba.

Y atendió. Yo estaba detrás de él y la mujer estaba besándole el cuello.

—Hola, hija, ¿qué pasa? Estoy ocupado —dijo.

—Si, se nota que estás muy ocupado —dije y corté. Volteó a verme.

—Tn, princesa —dijo nervioso y se rascó la cabeza. Apartó a la mujer rápidamente.

—¿Es tu hija? —preguntó aquella mujer.

—Si —respondió mi padre orgulloso y me abrazó— Es mi princesa.

Suspiré— A veces odio tener un padre tan joven. Todavía no pasas de los veinte.

Mi padre hizo una mueca.

Me separé de su abrazo y me coloqué delante de él— Acomodate la camisa, hombre— comencé a arreglarle el cuello de la camisa, su chaqueta de cuero negro y su pelo. Volteé a ver a la mujer— ¿Por qué sigues aquí? Vete, zorra.

La mujer pareció cabrearse— ¿A quién le dices zorra, mocosa maleducada?

—¡No le hables así a mi hija, zorra! ¡Yo la eduqué muy bien! —mi padre me colocó detrás de él como para protegerme— Ella es así con ciertas personas porque yo le dije que lo hiciera.

—Dile eso a tu anillo de compromiso—dije señalé su dedo anular.

La mujer se fue muy cabreada.

—¿Alguna vez dejarás de meterte con mujeres casadas? —le pregunté.

—Nop —sonrió y sonreí—¿Para qué me buscabas?

—¿Dónde se están quedando? Quiero ir a ver a Saika.

—En el Soho Village (Es un hotel de Córdoba, Argentina, pero bueno) —señaló a un gran hotel a la distancia— No está muy lejos. Ten las llaves—me las dio.

—De acuerdo—dije y comencé a irme— Gracias, papá y adiós. Nos vemos.

—Adiós, bonita —se despidió— Ahora... ¿Qué otra mujer puedo usar?—susurró pero alcancé a oírlo y reí un poco.

Al principio me enojaba que usara a las mujeres por pura diversión, pero ahora ya no. Así es mi padre y yo lo amo tal y como es.

Además esas mujeres podrían negarse, ¿no? No es culpa de mi padre ser tan atractivo. Nadie se resiste.

Caminé por las calles de España siguiendo con la vista en hotel para no perderme.

Un vez en el hotel, subí al ascensor y presioné el botón 30, el último piso.

Cuando llegué fui hacia la puerta que decía la llave, 1789. Abrí y entré para volver a cerrar con llave.

—Bienvenida, señorita —dijo una voz a mis espaldas— Ha pasado tiempo de no verla.