🏁Sospechoso🏁

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Aomine miraba al albino, no muy confiado. Le parecía sospechoso.

Muy sospechoso.

El chico le sonreía a todo hombre, mujer y hombre/mujer que había en las oficinas. Parecía ser demasiado amigable.

Y eso era lo que lo hacía sospechoso.

-...¿No se supone que los binoculares son para exterior? —Murmuró el rubio, llegando a su lado, viéndole con una gota de sudor.

-...No vengas a joderme, Kenma...—Le gruñó, sin bajar los binoculares.

-...Sabes que solo hay dos o tres metros de distancia entre ustedes ¿Verdad? —Rodó los ojos—...Si quieres hablarle, solo ve.

-...No es eso...—Suspiró y se irguió por completo, haciendo sentir diminuto al contrario—...No me gusta ese chico y lo digo en el buen sentido.

El rubio jadeó sorprendido. Aomine no solía usar ese sentido, jamás.

JAMÁS.

-...Dios mío, esto es serio...—Dió un par de pasos lejos cuando el moreno comenzó a caminar a su despacho—...¿Es tu instinto? ¿O es porque las chicas pechugonas parecen más interesadas en él? —Preguntó, siguiéndolo.

-...Ambas cosas...—Pasó una mano por su rostro y entró en su oficina—...¿Qué vienes a traerme ahora?

-...Kagami-San envió esto por fax...—Dijo y colocó una carpeta roja sobre el escritorio—...Y ha dejado un recado para ti.

-...¿Y qué esperas? —Tomó la carpeta—...Dime el maldito recado.

-...Cito lo que dijo y la forma en la que lo dijo, Kagami-San...—Carraspeó un poco—...»Dile a ese jodido negro que se amarre las bolas al pene y que deje de follar tanto, que las neuronas se le van en el semen y con la cantidad que usa a diario, quedará más idiota de lo que está« Fin de la cita...—Sonrió.

Aomine rompió el bolígrafo en sus manos, pero como era de tinta negra, no se notó la diferencia.

-...Ya verá ese doble-cejas hijo de la guayaba...—Gruñó entredientes—...Gracias por la carpeta, puedes retirarte...—El rubio asintió—...Y si ese idiota llama o algo, pásalo a mi línea privada.

-...Como digas...—Rodó los ojos y salió de la oficina, cerrando la puerta tras de sí.

Ya solo, Aomine limpió su mano y abrió la carpeta, notando que era información sobre el recién llegado.

Los informes de sus estudios, las notas de la academia oficial policial de Rusia, los trabajos que hizo después de haberse graduado. Nada parecía raro, casi nada, hasta que llegó a cierta página que llamó su atención. En ella, había una foto sostenida por un clip en la esquina, de una mujer de largos cabellos platinados y grandes ojos azules.

La reconoció de inmediato.

Hana Haiba.

La ex-amante de su ex-padrastro.

¿Ese chico era hijo de esa mujer?

Leyó cada palabra, cada párrafo y al terminar, suspiró pesadamente. Era hijo de esa extrovertida mujer. Tenía ganas de ir a la tumba de su ex-padrastro y darle más de 15 disparos a su esqueleto.

Ahora entendía lo que su padre decía acerca de las amantes.

»No importaba si morías, ellas iban a seguir persiguiéndote, perturbando a tu familia.«

Ahora entendía porqué no le agradaba el chico.

Solo esperaba que no tuviera nada en su contra y si lo tenía, haría que el infierno se lo llevara antes de tiempo.

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