"capítulo dos"

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Otra vez, hablando demasiado alto que no podía escucharme a mí misma, mis ojos ya llenos de lágrimas se entrecierran y mi boca se hace un puchero, como si fuera a hacer un berrinche, era lo que quería hacer para que cerraran sus malditas bocas.

Hablan entre ellas dos, Ostier se volvió a retirar y veía lo que yo, ignoraba a las otras dos y se dedica a admirar el paisaje de la soledad.

¡Cierren la boca!

¡Ciérrenla o se las reventaré!

El par ríe, incluso creo escuchar la suave risa de la más sumisa.

Eres estúpida, simplemente lo eres, como si pudieras tocarnos. ―ríe con burla, le acompaña Evangeline con más volumen.

No creo que deban provocarla. ―susurra tímida, las risas la opacan y la pierdo, no la siento en mí.

Tan indefensa, tan estúpida, Éster. ― no aguanto más el tono de burla, me hago hacia atrás y estrello mi rostro contra un poste de luz de concreto. Suena un sonido sordo, mi labio roto, sangrando al igual que mi nariz, sollozo tomando el poste con fuerza, encajando mis uñas y deslizándome hacia abajo, mi cabeza punzando del dolor intenso y un eco de sus risas.

Te lo dije, no puedes tocarnos. Sin embargo. . . nosotras sí podemos tocarte. ―dice tomando mi voz para hablar, pero forzándola y haciéndola sonar como la suya, rasposa. Mi mano sube sin que yo la mueva, toma mi nariz y la tuerce a un lado haciéndola tronar y hacerme retorcer de dolor, rápidamente agito mi cabeza y muevo mi mano lejos tomando devuelta el control de mi cuerpo.

Asustada de mis acciones de una persona loca me levanto con mis piernas temblando, salgo corriendo de la luz para ir a refugiarme a mi hogar que está demasiado lejos, en las zonas altas y llenas de lujos que no nos llevaremos a la tumba a la hora de morir.

Vuelvo a quedar sola, sin que nadie me hable y con un dolor interno terrible.

Estoy pudriéndome gracias a toda la maldad que se alimenta de mí. ¿Qué hice para merecerme esto?

Llego a mi casa, entro a la casa mientras sostengo mi nariz sangrante, me siento demasiado mal gracias a lo hecho y sucedido, lo único que realmente tengo ganas de hacer es de dormir.

Subo a mi habitación, me desnudo al llegar, voy a mi baño para limpiar mis heridas en lo que las voces vuelven a hablar, a decir cosas feas a mi persona y a todo ser vivo, me enfoco en mí y las voces dejan de escucharse, puedo hacer que se vayan o que se callen, no pienso cuando se ponen locas a hablar todo el tiempo, simplemente entro en pánico y hago tonterías, justo como el tremendo golpe que me he dado, cuando estoy con personas tengo menos control de mí, estresada y exploto a la mínima provocación.

Muchas veces he pensado que sería una carga menos a mi pobre padre si no estuviera aquí, quiero que se facilite su vida, no quiero que esté atrapado en casa y en las mismas preocupaciones.

Pensando en mi desaparición caigo dormida.

­ [NARRADOR OMNISCIENTE]

Al caer dormida Éster es la primera en irse a descansar antes de otro día pesado donde la violencia de sus personalidades la ataquen y hagan que su tornillo flojo bote.

Spooky, pendiente del cuerpo y la mente ausente decide tomar partida, sus ojos se abren, una sonrisa satisfactoria se forma en su rostro y se levanta de la cama, se viste con lo primero que ve, sale corriendo haciendo demasiado ruido y alertando a su padre, Saint.

Trata de abrir la puerta sin éxito, alocada de tener el poder completo abre la ventana, salta por ella y el frío aire la ataca, sintiendo la adrenalina en ella corre por el pasto hasta llegar al portón de su residencia, lo escala como animal salvaje.

Su padre sale de su casa asustado, al ver a su hija vuelta un animal corre rápidamente a por ella, la toma de la cintura con fuerza mientras se resiste.

­― ¡No! ¡No! ¡Déjeme ir! ¡Saint! ―grita Spooky con una voz ronca, distorsionando un treinta porciento la de su hija. En ese instante el hombre entiende que su hija no es esa, que una vez más esas personalidades malignas que la acompañan han tomado posesión de su cuerpo como si algo demoniaco tratase, sin embargo, eso no se aleja mucho de la realidad. Esas personalidades son unas bestias que ascendieron del infierno para ser encarceladas en un cuerpo humano que tiene necesidades que la hacen bajar la guardia.

­― ¡Éster! ¡Despierta! ―exclama su padre al momento de que el cuerpo cayó al pasto. De inmediato está consciente, pero sin tener el poder de sí misma. Trata con todas sus fuerzas de poder moverse, poco puede, pero logra hablar con su propia boca.

― ¿Papá? Ayúdame. ―sus ojos se llenan de lágrimas, luce desesperada, su cabeza se sacude y Evangeline es la que toma parte de sí.

Oh, señor Stuart, como siempre buscando que a su estúpida niña la dejemos en paz. Nacimos aquí, déjenos vivir. ―se ríe macabramente, el tono ácido que usó erizó la piel de Saint. Aún en el suelo, con sus dedos apretando fuertemente el pasto comienza a retorcerse.

Señor Stuart, sé que soy una personalidad de las que atormentan a su hija, pero por favor ayúdenos, estoy harta de estar aquí, por favor busque ayuda, esas dos más buscan hacer cosas malas, ayúdenos antes de que. . . ―Ostier, desesperada empieza a hablar mientras más se acercaba de rodillas a rogarle que las ayudaran a ella y a Éster, la calla violentamente Evangeline.

¡Cállate, zorra! ¡No tienes derecho de hablar! ―grita bajando la cabeza, toma su pelo y lo jalonea. En un momento de ira logra tener de nuevo el control de su cuerpo.

―Perdón. ―solloza su hija mientras se acuesta en el pasto en posición fetal, cansada de las grandes fuerzas que hizo para volver a ser parte de sí misma.

Horrorizado, observa cómo su hija se rompe en mil pedazos, sus ojos rojos llorosos están reventados del cansancio, comienza a llorar junto su hija hasta caer de rodillas y abrazarla con todas sus fuerzas. Ignora su nariz reventada al igual que sus labios, tiene en cuenta que pudo haberse lastimado bajo tanta presión.

No quiere hacerlo, pero debe.

―Iremos al asilo, corazón. ― le susurra en el oído, la aprieta más a su cuerpo pensando que se resistiría como la última vez, es una sorpresa que asienta repetidas veces en su pecho.

Sentir a su niña en los brazos lo hacen llorar, semanas sin verla, yéndose antes de que despierte o salga de su habitación, regresa antes de las diez a dormir porque aún ella descansa para la madrugada salir.

No es que no la quiera, es que lo hiere verla encerrada en una bola de cristal, sin vida, sin poder de sí misma. Ocultándose para evitar su tristeza no se dio cuenta que lastimaba más a su hija al abandonarla, típico de una historia triste.

Ahora no la iba a ver en casa, tendría que verla cada fin de semana si lleva un buen comportamiento, dentro de un lugar lleno de gente con problemas similares o peores, que podrían dañarla, pero es un sacrificio que necesita hacer, por su bienestar y el de los demás.

―Te amo, papá, lamento ser lo que soy.

* * *

Espero les guste el capítulo, ando muy centrada en esto, soooo, ¡a ver qué tal!

Ya ni sé qué poner en los apartados de abajo, mejor les deseo amor, bbs

alll lof efaxx


Caught In My Own Body;  Emerson Barrett & Remington LeithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora