VEINTICINCO

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El frío en la calle era espantoso.

Kuroo no se había despedido de sus amigos ni había avisado de que se largaba pero tampoco es como si fueran a notar su ausencia. Antes de salir había visto a Bokuto y Akaashi muy bien acompañados cada uno de una chica. En cuanto a Tsukishima, no le vio salir del local pero supuso que lo haría.

«Que no le encuentre antes que yo, por favor», se repetía.

El viento corría afilado y sentía que le rasgaba la cara, la noche estaba oscura y no veía por dónde se había ido Yamaguchi. Sin rumbo, Kuroo comenzó a caminar esperando encontrarle, pues le llamaba al móvil y no contestaba.

«Se ha enfadado, joder, se ha enfadado de verdad...».

Entonces empezó a pensar en Yamaguchi, en sí mismo, en las palabras de Tsukishima, en si realmente Yamaguchi era un polluelo que no había roto un plato y él era una gato en celo constante que se marchaba con cualquiera... Pensó en el punto en que se encontraban y en cómo le había estropeado una noche en la que se lo estaba pasando bien. Recordó a Yamaguchi charlando con esos otros chicos, Daichi y el resto, que no tenían nada que ver con él y su grupo, como Tsukishima le había dicho. Entre ellos Yamaguchi se veía relajado y feliz. Se rió muchísimo la pasada tarde y esa misma noche también; era tan bonito cuando reía. Pero ahora solo podía recordarle petrificado después de haberle oído insultarle.

«Yo no quería fastidiarle nada... Tal vez tiene razón Tsukishima y lo mejor que puedo hacer es dejarle. No sé. No quiero pero... ¿Cómo voy a dejar los vicios? ¿Cómo voy a parecerme a él? ¿Cómo vamos a cumplir lo que nos prometemos si discutimos cada dos días? Pero no... No, joder. Yo quiero estar a su lado. Tengo que dar con él y aclararlo. Volveré a por el coche e iré a la residencia buscarle... Ojalá haya ido allí», pensó mirando la cerrada noche. La ciudad era tan grande y Yamaguchi tan pequeño.

Caminaba pensando en eso cuando le reconoció al otro lado de la calle. Fue de suerte que miró pero menos mal que lo hizo.

Su corazón sintió un alivio tremendo al ver que Yamaguchi estaba sentado en una parada de bus. Este se acurrucaba por el frío y lloraba mirando el final de la carretera, esperando un autobús que a esas horas ya no iba a pasar.

Tomó aire, cruzó la carretera y llegó hasta él.

—Tadashi... Que suerte que te encuentro —el vaho salía de su boca y le envolvía como el humo de un cigarro—. Escucha, tenemos que hablar.

Se sentía mal por empezar con esa frase casposa pero debía usarla.

Yamaguchi sin mirarle a la cara se puso de pie para irse de allí.

—No quiero hablar de nada contigo, ya ha quedado todo claro —dijo y le dio un golpe en el hombro para que le dejara pasar. No esperaba que alguno de los dos fuera a seguirle.

Kuroo le agarró de la muñeca y apartó la mano con la que le había golpeado.

—No, nada está claro, Tadashi.

—Sí, al final de todo sois iguales. No imaginaba esto de ninguno.

—No malinterpretes lo que estaba hablando con Tsukishima, yo...

—¡Ya! No digas más —le interrumpió alzándole la voz—. Toda la vida igual... Estoy harto. Soy un Don Nadie para Tsukki y ahora sé que lo soy también para ti.

—No. Él no ha dicho eso. No estábamos diciendo nada malo de ti. No has debido oír esa discusión.

Yamaguchi abrió mucho los ojos sin creer hasta que punto llegaba el cinismo de Kuroo, este se dio cuenta enseguida de que se había expresado fatal.

Solo y entre lobos [Kuroo x Yamaguchi]🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora