SIETE

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La semana fue pasando como la anterior. A Yamaguchi le costaba cada vez más seguir las clases porque siempre andaba suspirando por los pasillos esperando nuevos mensajes de Kuroo. Aunque quería hacerse el duro cada día estaba más colado.

Además, al llegar a la habitación muchas veces estaban ahí Hinata y su amigo Kenma jugando a videojuegos o pasando el rato y, claro, entonces a él le tocaba irse a la biblioteca si quería hacer trabajos.

No obstante esa tarde de jueves Yamaguchi estaba solo en la habitación así que aprovechó para ponerse frente al portátil y adelantar materias. Nunca había sido el mejor estudiante pero tampoco era de los peores. Tanto académicamente como en el resto de facetas de su vida se sentía un chico de perfil bajo sin más. Aunque ahora sentía que tenía una razón para pensar distinto, alguien que le hacía sentir especial. Sentía temblar y renegaba al pensar tan solo en su nombre; pues sabía lo que buscaba, pero tampoco podía ignorarle. Le odiaba y le gustaba a partes iguales. Y él... Él se sentía, a ratos, tan cobarde.

Durante el descanso sacó su teléfono y releyó embobado los mensajes que Kuroo le había estado enviando los días anteriores:

«Ánimo estudiando», «Ten un buen día, pecoso», «Tengo ganas de que sea el fin de semana para verte»...

Yamaguchi sonrió. «¿Debería escribirle algo?», se preguntó y miró la hora; sí, lo haría ¿por qué no?

●●●

En otro lado de la ciudad a esa misma hora de la tarde el teléfono de Kuroo vibró sobre el sofá. Lo había dejado ahí tirado cargando mientras él se duchaba. Bokuto estaba tirado en el sofá de al lado a punto de dormirse, con un libro de álgebra sobre la cara y una mano en la bragueta. El teléfono volvió a vibrar y se despertó del todo. Se rascó las bolas y luego se estiró al tiempo que el libro iba a parar al suelo.

«¿Quién me escribe? Oh, no es mi teléfono...». Miró para los lados y en el salón no había nadie más, pero se podía ver a Lev sentado en el comedor, jugando con su móvil escondido detrás de un libro, como si engañara a alguien.

Bokuto miró el móvil de Kuroo.

Sí, ¿quién en su sano juicio dejaría su móvil sin contraseña a merced de unos amigos aburridos llenos de malas intenciones? Ah, exacto, la pregunta dice "en su sano juicio" y aquí se está hablando de Kuroo.

«Oya, oya, oya... mensajitos del pecas...», descubrió Bokuto.

—Tsh... Tsh... —chistó a Lev.

Este levantó la cabeza del "libro". Vio a Bokuto asomando media cabeza por encima del sofá, solo sus ojos y su mano se veían, mientras hacía un gesto para que se acercara.

—Estoy estudiando, ¿qué pasa? —preguntó desde su asiento.

Bokuto se llevó un dedo a los labios para que se callara y asomó el móvil de Kuroo. Lev sonrió.

Tras asegurar el perímetro de la zona ambos se sentaron en el sofá frente al teléfono. En la pantalla: dos mensajes "enamorados" del chico más tímido e ingenuo de todo el campus. Era el Santo Grial de las putadas entre amigos. Podían hacer tanto daño... Debían aprovechar la oportunidad correctamente para exprimir su jugo al máximo.

●●●

Yamaguchi estaba empezando a sentirse estúpido. Había mandado un par de mensajes a Kuroo y este estaba en línea y los había leído pero no le contestaba. Solo estaba tardando dos minutos y no quería parecer un loco, pero es que dos minutos cuando se trata de la persona que te gusta... se hacen largos, sí. Mil conjeturas volaban por su cabeza: «¿Y si está hablando con alguien más? ¿Y si le he molestado? ¿Y si...?».

Solo y entre lobos [Kuroo x Yamaguchi]🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora