La forma en como Camilo se mueve por el lugar me dice que lo conoce bien,
porque camina con determinación, como sabiendo hacia dónde va, aunque claro, también puede que se esté guiando con las vallas que anuncian los lugares y las flechas que indican a dónde llegar para encontrarlos.
La gente a nuestro alrededor se hacen fotografías y graban vídeos, los niños
corren mientras sus padres los regañan. El ambiente en sí es fabuloso.—¿Qué me dices de las flores? ¿Te gustan?
Las plantas no suelen enloquecerme como a otras mujeres y las flores menos, sin embargo no es que las aborrezca, a decir verdad me encantan las margaritas y las demás solo me gusta admirarlas.
—Solo para admirarlas —afirmo.
Ríe y me mira como si fuera la persona más extraña que haya conocido. Niega
con la cabeza y me sigue guiando hasta llegar al jardín botánico.—Te gustará.
Entramos en el lugar y la cantidad de plantas y flores que hay me dejan sorprendida.
Hay especies de todos los tamaños, formas y colores, es maravilloso todo, árboles enormes y cada sitio lleno de vegetación. Las personas avanzan por la estancia y hacen múltiples fotografías que ralentizan el paseo, sin embargo resulta conveniente ya que hay mucho por ver. Como el resto de turistas, saco mi celular, lo enciendo e inmediatamente empieza a vibrar anunciando notificaciones de mensajes y llamadas; ignoro completamente todo, voy directa a la cámara y empiezo a hacer fotografías.—Es hermoso —comento.
—Te dije que te iba a gustar.
Aparto los ojos de las flores para ponerlos en él, que mira las plantas
atentamente. Sinceramente no sé qué me complace más, si la increíble vista del jardín botánico o la perfecta vista de él. Aparto la vista rápidamente cuando me doy cuenta de que mis pensamientos no son correctos.—Demos la vuelta rápido, hay un par de lugares que me gustaría que vieras.
Me guía cuidadosamente por la aglomeración de personas, mientras nombra algunas flores que conoce. Voy admirando lo que veo con rapidez, deteniéndome a ratos, cuando una flor me impresiona y quiero fotorgrafiarla.
Tardamos unos quince minutos dentro del jardín botánico; cuando salimos
Camilo me vuelve a tomar de la mano para guiarme por el lugar, como si fuera un lugareño ayudando a una turista. Se detiene frente a una de las vallas y pregunta:—¿Qué prefieres? ¿Jardín japonés o zoológico?
Observo la valla, la cual enumera una serie de lugares y los leo mientras decido a cuál ir. Hospitalidad de la casa, museo de artes Tinkem, museo de artes, jardín
de esculturas, casa de encanto, jardín japonés, antiguo teatro globo y el museo
del hombre. Sin embargo no dice nada acerca del zoológico, así que supongo que es algo que tiene en mente.—Jardín japonés —me decido al fin.
—Perfecto.
El sitio me resulta curioso, me pregunto qué habrá en él que no haya en el jardín botánico, así que avanzo entusiasmada, con enormes ganas por seguir viendo lo que el enorme parque me tiene reservado. Avanzamos por donde nos indica la flecha y en un par de minutos damos con el lugar, una entrada con un techo en madera en el que escribes “ Japanese Friendship Garden” o en español: jardín de amistad japonés. En este sitio hay una pequeña fila, no muy larga, Camilo y yo somos los cuartos, así que esperamos pacientemente a que entren las personas que están delante de nosotros. Justo detrás de nosotros llega un grupo de amigos, los integrantes son dos hombres y una chica que aparenta mi edad, al verlos pienso
en algo, así que observo a Camilo con curiosidad y me dirijo a él.
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Por Siempre Será Verano
RomanceUn amor que cruza toda frontera. Un amor que no sabe de olvido. Un amor que deja huella en el alma. Un amor ligado por la eternidad. Porque en la historia de amor de Camilo y Natalia, por siempre será verano, incluso aunque estén viviendo en el m...