Sábado, 5 de julio del año 2019.
Miro el reloj que está sujeto a una de las paredes del local y suspiro, ya es tarde, no se supone que debería estar aquí. Miro a Tyler y a Rodrigo, quienes están apoyados en una repisa llena de revistas con opciones para los clientes, mirándome con diversión y acusación.
– No es mi culpa, se supone que deberían tenerlo listo. –––me defiendo–––
Ellos no responden, se miran entre ellos y niegan con la cabeza, puestos de acuerdo en que soy un completo idiota, a lo cual no puedo defenderme por falta de fundamentos, así que aparto la vista de mis dos mejores amigos y vuelvo a mirar el reloj, quien es molestamente ruidoso, como si quisiera torturarme con el sonido de las agujas.
¿Cómo es posible que puedan tardar tanto en hacerle una simple y sencilla inscripción a un pequeño anillo? En especial cuando lo traje esta mañana, hace más de ocho horas. ¡Dios!
– ¿No será más bien que te arrepentiste? –––dice Tyler–––
Me rio ante las palabras de mi amigo. Me arrepiento de haber traído el anillo a este local, me arrepiento de haber comprado aquella hamburguesa en ese McDonald's que queda cerca de la empresa, me arrepiento de no haber usado paraguas aquel día que tenía una junta super importante, me arrepiento a veces cuando por la prisa no uso calcetines. Me arrepiento muchas veces de muchas cosas, ¿pero como podría arrepentirme de casarme? ¿Cómo podría siquiera llegar a cuestionar la decisión de pasar mi vida junto con la mujer más hermosa del todo el jodido universo? No, ella es la decisión más acertada que he tomado en mi vida. Ella es mi vida.
– ¿Arrepentido? ¿Es que no le ves la cara de imbécil que puso solo de pensarla?
Miro a Rodrigo de mala gana, pero luego sonrío, porque parece que es lo único que puedo hacer.
– Deberían de cerrar la boca ustedes dos. –––advierto y los señalo amenazante–––
Tayler se acerca a mí y pasa su brazo por mis hombros.
– Si amenazas a alguien con esa cara de tarado pensarán que es un insulto y serás tú quien se lleve la paliza.
Le doy un codazo en el costado y él rubio rápidamente quita el brazo de mis hombros y se aleja unos pasos de mí, mientras se lleva la mano al costado y se queja diciendo:
– No seas bestia, Camilo. Me ha dolido.
Lo doy una mirada irónica.
– Pues que mal, la verdad es que pensaba hacerte cosquillas.–––repongo con sarcasmo–––
Sus ojos claros me miran con muy poco agrado. Me señala con el dedo y dice:
– Te la dejo pasar porque te vas a casar.
Me rio y aparto la mirada de mi amigo. Vuelvo a mirar el reloj y la diversión me abandona completamente, cada vez se hace más tarde y me temo que no podré llegar a tiempo a la ceremonia. Miro a la chica que está sentada frente al computador, tecleando algo, concentrada en la pantalla, y me dirijo a ella:
– Señorita, llevo más de veinte minutos esperando, podría por favor decirle al señor Gonzales que necesito el anillo, mi boda es en menos de una hora.
La simpática joven de cabello castaño me dedica una sonrisa y asiente a mis palabras.
– Ya mismo iré, señor. Espere aquí un par de minutos.
Suspiro y observo como atraviesa la puerta blanca de madera, hasta que la pierdo de vista.
– Esta no ha sido una de tus mejores ideas.
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Por Siempre Será Verano
RomanceUn amor que cruza toda frontera. Un amor que no sabe de olvido. Un amor que deja huella en el alma. Un amor ligado por la eternidad. Porque en la historia de amor de Camilo y Natalia, por siempre será verano, incluso aunque estén viviendo en el m...