Martes 8 de junio del año 2014.
El cielo está despejado e iluminado por un sol ardiente y enfurecido, para mi es fantástico, esto es el verano, sol, playa y arena, turistas y muchos más turistas. Es una ley.
- ¿Todavía viendo la revista? ----pregunta mi hermano, divertido----
Suspiro y dejo el catálogo de vacaciones a un lado. Miro a mi hermano con tristeza y me acuesto de forma dramática en el sofá.
- Tal parece que son las únicas vacaciones que tendré. ----comento----
Gustavo se ríe y se sienta en el sofá de al lado. Yo tomo asiento y lo miro de mala gana, me parece injusto que él si pueda irse de viaje a Canadá y a mi me nieguen un viaje a San Diego.
- ¿Aún no has podido convencer a nuestros padres?
Resoplo. Me parece absurdo que aprueben que Gustavo viaje y a mi no, ¡solo nos llevamos tres años, por Dios! ¡es injusto! En especial cuando a él han regalado los boletos de ida y vuelta y yo solo necesito un poco de dinero para divertirme ya que puedo comprar los boletos con mis ahorros. No tengo que pensar en hotel, ni nada de eso porque la hermana de Sandra ha sido quien nos ha invitado a pasar el verano en su casa, bueno, en realidad ha invitado a Sandra y Sandra me ha invitado a mi. Pero da igual, el caso es que no siempre tienes la opción de viajar en vacaciones a pasar el verano en una bonita casa a pocos kilómetros de la playa.
- Son unos necios y testarudos, dicen que soy demasiado joven para viajar sola. Creo que se les olvida que ya soy mayor de edad.
Mi hermano vuelve a reír y aquello me pone de mal humor, no tengo que lidiar solo con los pesados de mis padres sino también con él. Tomo uno de los cojines y se lo lanzo al rostro con fuerza.
- Deja de reírte, Gustavo. No le veo lo gracioso.
Él deja el cojín a un lado y me mira con conmiseración, como si la idea de ser una chica de diecinueve años quien aún ha de tener aprobación para hacer un viaje en avión le resultara totalmente aterradora.
- Eso es porque no puedes ver lo ridícula que te ves.
Llevo días intentando ganar la aprobación de mis padres y no lo he conseguido, así que últimamente mi humor no es para nada bueno. Me pongo de pie y le lanzo nuevamente el cojín a la cabeza, y me alejo de la sala, donde resuena la risa de mi hermano, rumbo a mi habitación. En cuanto llego a mi recámara cierro la puerta de un portazo, deseando que mis padres puedan oírla y se hagan una idea de lo cabreada que estoy por sus actos injustos, me tiro sobre mi cama y abro el chat de Sandra para enviarle un mensaje.
<<Nuevamente fracasé>>
La respuesta de mi mejor amiga no se hace esperar, como si hubiese estado en espera de mi mensaje enseguida responde:
<<¿Quieres que hable con mis padres para que les pidan permiso>>
No quería llegar tan lejos. Tengo diecinueve años y necesito que los padres de mi amiga tengan que ganarse un permiso, es totalmente vergonzoso. Considero la situación antes de darle una respuesta. Faltan solo dos días para el viaje, lo cual quiere decir que cuento con este día y el de mañana para hacer que mis padres me den su aprobación. Puede que aún no sea necesario jugarme esa carta, los padres de mi amiga serán el ultimo recurso.
<<No, aún no. Intentaré persuadirlos>> <<Pero si de aquí a mañana no tengo el si, haremos uso de tus padres>>
Envío el mensaje y dejo el celular a un lado, mientras pienso en una forma en la que logre que me otorguen el permiso para disfrutar del verano lejos de casa. No se me ocurre nada, ya he hecho de todo.
ESTÁS LEYENDO
Por Siempre Será Verano
RomanceUn amor que cruza toda frontera. Un amor que no sabe de olvido. Un amor que deja huella en el alma. Un amor ligado por la eternidad. Porque en la historia de amor de Camilo y Natalia, por siempre será verano, incluso aunque estén viviendo en el m...