Sábado, 19 de enero del 2019.
Estamos todos cenando en el departamento de Gustavo. A Nat le pareció que sería una buena idea reunirnos y pasar tiempo juntos, ya que últimamente hemos estado bastante ocupados con nuestros trabajos y apenas y nos hemos visto.
Nat, Sandra y Claudia se encargaron de la cena. Nada de comida de fuera, dijeron, nosotras prepararemos algo delicioso.
Mientras tanto Gustavo, Daniel y yo nos sentamos en el sofá a ver una repetición de un partido de fútbol de hace varios días atrás.
Daniel es el novio de Sandra, al parecer en esta ocasión las cosas si van en serio. Daniel es un hombre de piel oscura y de ojos marrones, tiene la edad de Gustavo y es un buen sujeto. Me alegra que al fin Sandra haya encontrado a un tipo lo bastante maduro y serio.Daniel y Gustavo están enfrascados en una discusión acerca de si era penal o no, mientras yo les escucho sin intervenir.
– Claramente le ha pegado en el tobillo. –––dice Daniel–––
– Vamos, Daniel. Claro que eso no ha sido penal, se ha visto claramente que se ha tirado al piso.
La razón por la que no intervengo en aquella discusión, es porque apenas y he estado pendiente del partido de futbol, ahora mismo mi cabeza está en otro sitio. Hoy en la noche le pediré matrimonio a Nat y para ser sincero conmigo mismo he de reconocerme que estoy algo inquieto. No sé exactamente cuál es la razón, ¿temo que pueda decirme que no? No, en realidad esa no es mi preocupación. ¿Entonces a que le temo? No lo sé, simplemente me siento nervioso, supongo que es algo normal.
Sandra me ha ayudado a organizar todo y Tepha se ha estado lamentando no poder estar aquí para echarme una mano. Mis padres aún no están al tanto, le dije a Tepha que guardara silencio porque quiero que seamos Nat y yo quienes les demos las buenas noticias, para ello he comprado dos boletos rumbo a Atlanta con fecha del próximo fin de semana.– ¿Has visto eso, Camilo? Ha sido una completa estupidez.
Miro a Gustavo sin saber de que habla. El hombre ni siquiera está al tanto de si yo le contesto o no, tiene la vista centrada en el televisor, lo cual es lo mejor ya que no habría sabido que responder.
Sigo con mi cabeza en martes, hasta que la voz de Nat me hace aterrizar.
– La cena está servida, cariño. ¡A comer! –––dice en mi oído–––
Me pongo de pie y la sigo hasta el comedor. Todos tomamos asiento. En la mesa hay seis platos servidos con arroz, carne en una extraña salsa marrón y ensalada de frutas. La comida tiene muy buena pinta.
– Buen provecho. –––dice Claudia–––
Me llevo una cucharada de arroz a la boca y descubro que tiene un sabor bastante particular, no sé a que exactamente, pero está buenísimo. Luego corto un trozo de carne, solo para descubrir que aquella salsa marrón le da un sabor exquisito.
– Está muy bueno, cielo. –––le digo a Nat y le doy un beso en la mejilla–––
Ella sonríe ampliamente. Tiene una sonrisa igual de enorme y significativa como la de Mercedes.
– Es arroz salteado con verduras y la salsa de la carne tiene panela y cerveza. –––dice en mi oído–––
Cenamos tranquilamente y cuando finalizamos, nos quedamos todos sentados conversando.
– ¿Cuándo es que se van ustedes para San Diego? –––pregunto a Sandra y a Daniel–––
– El próximo fin de semana. –––responde la castaña–––
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Por Siempre Será Verano
RomanceUn amor que cruza toda frontera. Un amor que no sabe de olvido. Un amor que deja huella en el alma. Un amor ligado por la eternidad. Porque en la historia de amor de Camilo y Natalia, por siempre será verano, incluso aunque estén viviendo en el m...