Domingo, 3 de junio del 2014.
– Ya está. –––anuncia Sandra–––
Miro en su dirección y observo la maleta ya lista para decirle adiós a San Diego. Asiento y me pongo de pie, camino hacia el otro lado de la habitación y observo a través de la ventana las farolas apagadas y el sol brillante, un día estupendo para ir a playa, un día estupendo para darle fin al verano.
– Solo quedan pocos días. ¿Estás segura de querer marcharte?
Una mentira vivida en todo este mes, ¿que hay aquí por lo que quiera quedarme? Nada. Pero si tengo miles de motivos para marcharme, y es que San Diego está lleno del aroma de la persona que me ha roto el corazón y lo último que necesito y deseo es llenas mis pulmones con ese aire.
– No quiero estar aquí un día más.
Mi amiga suspira, melancólica, y dice:
– Jamás pensé que Camilo pudiese ser capaz de hacer algo así. ¡Dios! Juro que podría golpearlo.
Escuchar su nombre es doloroso, como si a mi piel le quemase la palabra o como si mi garganta se atragantara con ella, como si a mi estómago le resultase pesada de digerir. Una sensación desagradable en todo mi cuerpo. Me giro hacia mi amiga y niego con la cabeza, sin ánimos, cansada.
– No quiero oír nunca más ese nombre. Por favor, San, solo quiero marcharme.
Esta no es la manera como imaginé acabarían estas vacaciones, si bien desde antes tenía claro que me iría con el corazón hecho trizas, al menos había creído que me iría con la ilusión y el recuerdo de una romántica historia de amor en San Diego, pero no, todo fue una farsa.
Sandra respira profundo y asiente, toma asiento en la cama y adquiere una posición de derrota.
– Bien, ¿qué hay de Esmeralda?
Me encojo de hombros, en estos momentos la mujer es lo que menos me preocupa.
– No lo sé. Le dices que me fui y ya está, no me importa si le cuentas la verdad o si no lo haces. Yo... –––suspiro y me dejo caer junto a mi amiga. Esmeralda se ha portado muy bien y se me hace una grosería marcharme sin despedirme, pero no me siento emocionalmente lista para ello, para las preguntas, para la tensión, no puedo enfrentarme a eso.––– Discúlpame con ella y dile que gracias.
¿Para qué esperar unos días para marcharme? Solo quiero estar lejos de California, quiero regresar a mi tierra, a mi casa, a mi habitación, quiero dejar de lado todo lo sucedido aquí y empezar de nuevo, porque eso es lo único que toca cuando estás hecha trizas... volver a empezar. Estoy cansada, anoche no pude dormir nada y las ojeras debajo de mis ojos lo delatan, tengo el estomago cerrado y el humor por los suelos, pero estoy decidida a no dejarme dominar por lo sucedido, al menos, a afrontarlo de una mejor manera a como lo afronte meses atrás.
– Estás bien, Nat. Me iría contigo, pero...
Niego con la cabeza y me obligo a sonreír. ¿Como puedo pedirle que se marche conmigo? No soy tan egoísta como para darle fin a su historia.
– No te preocupes. Voy a estar bien.
Al menos eso es lo que me gustaría creer, intento repetirme que solo fue un mes juntos, que no fue nada, sin embargo mi corazón dice otra cosa, y es que si algo he aprendido es que no hay tiempo estipulado para empezar a querer. Al menos algo tengo presente, y es que todo pasa y se que esta situación no será la excepción.
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Por Siempre Será Verano
RomanceUn amor que cruza toda frontera. Un amor que no sabe de olvido. Un amor que deja huella en el alma. Un amor ligado por la eternidad. Porque en la historia de amor de Camilo y Natalia, por siempre será verano, incluso aunque estén viviendo en el m...