❥ Zabdiel de Jesús

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Primer día de trabajo y ya estoy agotada.
Llevo unas cuantas horas corriendo de un lado a otro, con bandejas en mis manos, siempre repletas de comida.

Anhelo que al menos nos den una recompensa porque hasta mis compañeros están evidenciando que era uno de los días más difíciles que habían visto.

Tomo mi descanso de diez minutos mientras veo a Riley, lo más cercano a una amiga que tengo aquí, corriendo de un lado a otro.

Escucho a Vicky llamarme, así que doy por entendido que mi tiempo terminó.

Riley me lanza una mirada de lastima, las cosas se están poniendo peores y justo hoy tomé doble turno, ella ya estaba a punto de irse.

Me acerco a una de las mesas ocupadas con mi lapicero y libreta en mano.

Encuentro sólo una persona, cosa que me reconforta un poco.

Lo único que se me hace extraño es su vestimenta, cubre su cabello con una gorra negra, de la cual salen unos cuantos rizos rubios flojos, y lleva unas gafas de sol oscuras, añadiéndole que cubre hasta su nariz con una bufanda.

-Buenas tardes, caballero- intento apartar la mirada antes de que se dé cuenta-, ¿qué desea?

-Por favor me darías una porción de la tarta de mora que está en el exhibido, un croissant de queso y un chocolate caliente, todo para llevar.

En su acento noté que aún no podía hablar tan fluido el inglés, por lo que supuse que su idioma era el español, ¿que cómo lo sé?, fácil, las letras "r" en su hablado.

-Con gusto.- para hacerle la vida más fácil le respondí en español.

Antes de retirarme bajó un poco sus gafas para analizarme con la mirada, finalmente se le bajó un poco la bufanda, permitiéndome ver su sonrisa.

Ojos café hermosos y una sonrisa de dioses, anotado.

Rápidamente ordeno su pedido y sirvo el chocolate, buscando hacer que desocupe rápidamente la mesa.

Guardo todo en la bolsa y me dirijo a la mesa, donde el chico ya tiene su vestimenta arreglada.

-Mira, tu pedido y la cuenta.- dejo en la mesa ambas cosas esperado a su reacción.

En menos de nada saca de su bolsillo unos cuantos billetes para la cuenta y se levanta de la silla, haciéndome sentir una enana.

-Muchas gracias, pero falta una cosa.

Me asusto y realizo una lista de las cosas que me pidió, comprobando haber puesto todo en la bolsa.

-Tu número.

Retira sus gafas un momento y me guiña el ojo.

-Pero tranquila, que volveré por él.

Intento captar lo sucedido mientras llevo el dinero a la caja, pero antes de que salga del lugar, me grita.

-Por cierto, me llamo Zabdiel.

Todos nos miran raro, primero, porque me lo dijo en español, y segundo, porque en mi vida había
escuchado ese nombre.

Algo interesante saldrá de esta cafetería.

N/A:
Perdón por lo corto, pero es una idea que no quería dejar ir.

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