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Hanako, como cada sábado en la mañana, pasó largo rato en su café favorito dibujando en una libreta. No era muy buena, pero eso la relajaba. Dibujaba a quienes estuvieran en la mesa de enfrente, en esa ocasión era una pareja que comía tarta de manzana. Cuando Hanako terminó, contuvo un suspiro al ver que dibujó a Joshua y a Yukie en vez de a ese par de alegres desconocidos.

Todavía no sé nada, pensó. Paciencia.

Terminó su té chai y salió rumbo a su departamento, el cual no quedaba muy lejos. Se detuvo a mitad de camino para entrar a una tienda de autoservicio y comprar cinco cajas de ramen instantáneo. La dependienta, Sae, la saludó con una sonrisa. Se conocían desde hacía unos tres años, Sae era prima de uno de sus ex novios.

—¿Cómo va el trabajo, Hanako?—preguntó la dependienta.

Hanako se encogió de hombros mientras tomaba las cajas de ramen y las metía a una canasta.

—Nada nuevo. ¿Y tú qué tal?

—Me gradúo de preparatoria en dos semanas y planeo irme a Tokio a estudiar medicina. Muero por una vida más ajetreada, tanta tranquilidad me aburre.

Hanako sonrió levemente. Cuando era más joven pensaba exactamente lo mismo.

—Por cierto—dijo Sae—. ¿Ya viste las revistas? Ahí está el príncipe de tierras frías.

—¿En serio? Pero apenas lo entrevistaron el mes pasado.

—Míralo tú misma.

Hanako dejó la canasta en el suelo y hurgó entre las revistas hasta encontrar la edición más reciente de Nymph, una revista sobre curiosidades y turismo internacional. En la portada aparecía Joshua en un trono transparente vestido con elegancia, totalmente de negro. En su regazo estaba la hermosa y ahora célebre Dalia usando un abrigo de peluche blanco. El subtítulo te incitaba a comprar la revista de inmediato: "¡Conoce al domador de sirenas y a la reina de Safaia Aquarium!".

—Qué concepto tan artístico—comentó Hanako.

—Bah, es una revista pretenciosa—respondió Sae—. Oye, ¿tú viste cuando lo entrevistaron?

—No. La entrevista y la sesión fueron el mismo día en el Sakurai y solo los acompañaron mi amigo Toru y la veterinaria y estilista de Dalia. Me contaron los detalles: Dalia se comportó como si fuera una princesa y tanto los periodistas como el fotógrafo quedaron impresionados. Siempre que un turista o alguien de la prensa se acerca a Joshua o Dalia pasa lo mismo. ¿Qué puedo decir? Son encantadores—miró la revista—. Me la llevaré, tengo una amiga que es fan de Joshua.

Hanako tomó la canasta, se acercó a la caja y pagó. Sae contempló la portada antes de darle el cambio.

—Qué dúo más enigmático—dijo—. ¿Es así de guapo en la vida real o retocaron mucho esta foto?

—Así es él. No hay mujer en el acuario que no quiera llamar su atención.

Y una lo logró. Vivo con ella, por cierto.

Hanako se despidió de Sae y se fue. Esta vez no se detuvo y llegó directo a su apartamento. Se oía música pop en la habitación que compartía con Yukie. Hanako sonrió, dejó la bolsa de compras en el sillón y, con revisa en mano, fue al cuarto y la encontró leyendo con el walkman a volumen moderado. Yukie le bajó en canto notó su presencia.

—Esta vez llegaste más temprano—dijo.

—Quería que vieras esto—Hanako se sentó frente a ella y le dio la revista.

—Oh, Wow.

Yukie la hojeó en silencio, fascinada. Hanako apretó los labios, era el momento perfecto para hacerle preguntas, pero ese no era su asunto. Si ella no le decía nada era por algo.

—Estas fotos parecen posters de una película de fantasía—dijo Yukie—. Me encantan.

—Llévatela mañana cuando vayas a casa de Joshua y mirenla juntos.

Yukie se ruborizó.

—Sí, eso haré.

Miró a los ojos a su amiga para darle las gracias. Esta la escudriñaba sin discreción.

—¿Pasa algo, Hana?

Bueno, ella lo preguntó.

—Sí, tengo dudas—señaló una foto de Joshua—. Muchas dudas.

—Eh...entiendo—Yukie forzó una sonrisa. Eso iba a pasar tarde o temprano—. ¿Qué quieres saber?

Hanako tomó aire.

—Llevas las últimas tres semanas yendo a la casa Rosenblum todos los domingos sin falta. No nací ayer Yuu, estoy segura de que hacen algo más que beber té y preparar macaroons. Lo que no comprendo es por qué no lo hacen público, digo, lo más grave que pudiera pasar sería que todas las mujeres del Safaia y Dalia se te vinieran encima.

Hanako rió, pero se detuvo a la brevedad cuando vio que Yukie estaba seria.

—Fuimos demasiado rápido, Hana y...eh...eso lo abrumó, y a mi también—dijo—. Apenas estamos conociéndonos, creo que vamos bien. El aún no toma una decisión porque...bueno, tiene problemas que resolver.

¿Qué problemas podría tener Joshua? Se veía tan feliz y en paz con su vida. Hanako sintió intriga de nuevo, pero no preguntó. Le bastaba con saber que Joshua le confió sus secretos a Yukie. Eso era buena señal.

La última DaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora