➋ EL PLACER DEL DOLOR «HS»

•|CAPÍTULO TRECE

[S i n  E d i t a r]

Clare miraba a Edward correr por todo lo que abarcaba el patio trasero de la casa mientras perseguía al recién llegado cachorro husky que un "anónimo" le había regalado, Edward se veía tan feliz con el cachorro que le fue imposible quitárselo para devolverlo a Harry, porque ella sabía que había sido Harry el que había enviando al pequeño perro como obsequio a su hijo.

—¡Balto!— escuchó que llamó su hijo al cachorro: sí, efectivamente Edward ya había escogido un nombre dando a entender que ya lo consideraba suyo por lo que Clare ya no podía ni pensar en deshacerse de él.

Nathan se había ido hace dos días y ella ya lo extrañaba, necesitaba tanto estar cerca de él para poder sentirse protegida de Harry, ah Harry, ¿Qué haría ahora?.

No podía aceptar volver a ser la sumisa de él pero tampoco quería que Harry le dijera la verdad a Nathan y Edward, se supone que Edward jamás sabría quién era su verdadero padre pero la verdad había salido tan rápido que ella ni siquiera lo había visto venir. Soltó un suspiro cuando vió a Edward querer cargar al perro y este trataba de escapar.

—¡Déjalo!— gritó cuando vió de nuevo la intención de Edward.— ¡Te puede morder!— decidió dejar esos pensamientos para la noche, ahora debía disfrutar este momento con su hijo, se acercó hasta donde estaba Edward que se había quedado inmóvil ante el grito de su madre.

— Mami, no quide que lo calge— señaló al cachorro y en su rostro de formó un pequeño puchero ante la indignación.

— Ay Eddy— le sonrió— Balto apenas llegó hace unas horas es obvio que se comporte así, aún no se acostumbra a tí y a este nuevo ambiente— le explicó.

—¿Pol qué?, Yo lo voy a cuidad— afirmó con decisión.

El pequeño cachorro se había refugiado tras un árbol y asomaba su pequeña cabecita mientras miraba con atención a los desconocidos— para él— que también lo miraban.

— Lo sé amor, pero Balto aún no— le acarició el cabello despeinando más sus pequeños rulos.

Edward dejó de mirar hacia donde estaba escondido el cachorro y miró a su mamá.

— Yo le voy a mostad.

Clare sonrió ante lo dicho por su pequeño:
— Entonces acompáñame a la tienda para poder comprar croquetas y todo lo necesario para el nuevo integrante.

Edward brincó ante la idea y sus ojos se iluminaron, él siempre había querido una mascota que cuidar y proteger pero nunca había tenido oportunidad— excepto la vez que le toco cuidar a la tortuga del salón— pero ahora podía y lo haría muy bien, Balto sería su mejor amigo canino.

—¿Podemos lleval a Balto?— preguntó.

— Por supuesto, solo déjame ir por la correa.

Clare volvió a entrar a la casa y fue hasta la caja en donde había llegado el nuevo huésped y en interior se encontraba una correa junto a un plato para el can sin embargo aún faltaban más cosas para poder hospedar mejor al cachorro.

— Un punto para tí, Harry— susurró mientras apretaba la correa y volvía a salir de la casa.

Caminaban tranquilamente por las calles del pequeño pueblo, Clare agarraba la correa ya que Edward lo había intentado sin embargo el cachorro terminó tirandolo al momento de echarse a correr, Clare se había preocupado pero Edward se había levantado rápidamente mientras le decía:

— es inquieto— le dijo sonriente a su mamá.

Después de eso Edward se había puesto a tratar de jugar mientras Clare los vigilaba.