➋ EL PLACER DEL DOLOR «HS»

•|CAPÍTULO VEINTE

[S i n  E d i t a r]

Al día siguiente Harry se había levantado más temprano— aunque solo había dormido dos horas—, había tomado una ducha para poder quitar el olor a alcohol que tenía encima después de haberse acabado prácticamente una botella de whisky, se vistió de manera casual ese día había amanecido completamente nublado y frío así que abrigandose salió de aquel departamento, caminó hasta el ascensor y así bajar hasta el estacionamiento, mientras caminaba hacia su carro no dejaba de pensar en lo que hoy estaba por hacer.

Una vez en el interior de su auto condujo hasta la casa de sus padres, pasaba velozmente las calles para poder cruzar hasta las casas residenciales de Manhattan, cuando llegó a casa de sus padres eran las ocho de la mañana, los de seguridad lo dejaron entrar y estacionó su carro frente a la entrada ya podía escuchar a la servidumbre andando de un lado a otro, sonrió con malicia antes de salir de carro y caminar hacia la puerta la cual no fue necesaria tocar ya que una de las muchachas le habían abierto la puerta, seguramente el de seguridad les había avisado.

—¿Ya está despierta mi madre?— preguntó.

— No...no— tartamudeó, Harry no la culpaba.

— ¿La... prometida de mi hermano está despierta?— preguntó nuevamente. La chica frente a él fruncí el ceño tal vez preguntándose el por qué de la pregunta.

— No.

— Despierta la y dile que la esperó en el comedor.

—¿Va a desayunar aquí?— preguntó incrédula.

— Sí, ¿por qué más iría al comedor?

La chica asintió nerviosamente y corrió prácticamente hacia las escaleras, Harry evitó reír y se dirigió hacia el comedor en donde pidió que prepararán tres desayunos pero primero le sirvieran a él.

Mientras cortaba el panqueque que le habían hecho pudo escuchar los apresurados pasos de su hijo, no le hizo falta girar su cabeza hacia la entrada del comedor ya que pudo escuchar las advertencias de Clare hacia Edward para que no corriera.

— Si veniste— fue lo primero que dijo Edward al verlo. Harry lo miró y sonrió al ver la emoción en su hijo.

— Te dije que lo haría— hizo una señal a una de las muchachas que le había dado el desayuno, pidiendo que trajera los otros dos desayunos, la chica se apresuró con nerviosismo.— Siéntate, desayuna conmigo.

Edward obedeció la verdad es que ya quería desayunar pero su mamá le había dicho que tenían que esperar hasta que les avisarán ya que al no estar ellos en su casa no podían moverse con libertad, se sentó a lado de su papá y espero a que le trajeran su desayuno esperaba que fuera lo mismo que a su papá.

—¿Tú no piensas sentarte?— le preguntó a Clare la cual aún seguía sin moverse, ella se había quedado parada en la entrada viendo a Edward.