Clare se había ido, lo había dejado todo incluyendo a su amo y señor: Harry Styles.
Creyendo que todo había terminado y que ahora ella estaría feliz con la personita que llegó a su vida sorpresivamente, pero se había olvidado de algo y es que Harry...
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Harry no había podido dormir en toda la noche, su mente rondaba en las palabras que Bianca le había dicho, él se había ido después sin detenerse a escucharla más pero ahora se sentía muy enojado con su madre.
¿Quién era ella para decidir con quién debía casarse?
Se levantó del sofá que se encuentra en su despacho y fue al mini bar para servirse otro trago de whisky, se recargo en la pared mientras bebía el líquido de un solo trago y cerro lo ojos, quería imaginarse a Clare y a su hijo.
¿Qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes?
Si él no fuera un adicto al control y a la dominación, si él pudiera ser alguien normal entonces se hubiera permitido enamorarse de Clare, de esa chica que había llegado brillando ante su inocencia e ingenuidad y que él se había encargado de romper poco a poco. Harry estaba consciente de que aquel afán por poseer de nuevo a Clare era más por orgullo que por amarla realmente, porque, él no la amaba.
¿Cierto?
—¿Señor Styles?— su cabeza giró hacia la puerta que acababa de ser tocada.
— Adelante— arrastro las palabras.
La puerta se abrió y por ella entró su ama de llaves, aquella mujer de mediana edad llevaba años trabajando para su familia y era la que lo había visto en sus peores momentos y aún así se había mantenido callada y apoyándolo en silencio.
— Señor debería ir a descansar— lo regaño y puso sobre el escritorio una charola de comida que traía.— Ya amaneció y usted no ha dormido nada y mire...— se acercó a él y le quitó el vaso, Harry quiso protestar pero la mirada dura de su ama de llaves lo hizo retroceder—, apesta a alcohol, como algo y después vaya a ducharse y dormirse.
— Marie— la mujer se detuvo ante el llamado de Harry.
— ¿Si señor?
—¿Recuerdas a Clare?
Marie se detuvo y miró a Harry, ella recordó a aquella joven que tenía cierto parecido con la joven Bianca.
— Sí señor, la recuerdo.
Harry sonrió mientras tomaba un sorbo de su taza de café.
— Ella tiene un hijo— Marie abrió los ojos sorprendida— y es mío.
— Dios Mio— murmuró al tiempo que se llevaba ambas manos a la boca para tapar su expresión de sorpresa.
— Y no solo eso sino que también se va a casar con Nathan— apretó la taza entre sus manos.
—¿Con el señorito Nathan?— preguntó desconcertada.