•|CAPÍTULO CATORCE

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[S i n  E d i t a r]

Harry estacionó el carro frente a la escuela donde se supone que viene su hijo, miró con ojos acusatorios el lugar no le gustaba la fachada sentía que Edward al ser su hijo merecía más, hablaría con Clare después sobre la educación de su hijo, sac...

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Harry estacionó el carro frente a la escuela donde se supone que viene su hijo, miró con ojos acusatorios el lugar no le gustaba la fachada sentía que Edward al ser su hijo merecía más, hablaría con Clare después sobre la educación de su hijo, sacó su celular para comprobar la hora por lo que había investigado faltaban solo cinco minutos para la salida, así que salió del auto con tranquilidad mientras se colocaba los lentes de sol.

Sintió las miradas de algunas madres que venían también por sus hijos y lo miraban con curiosidad, suponía que al ser un pueblo pequeño la gente se conocía así que era de extrañar verlo ahí.

A los pocos minutos las puertas fueron abiertas y las madres se acercaron a las maestras y maestros que estaban en la salida, cada maestro comenzó a decir el nombre de sus alumnos y así las madres se iban acercando, decidió esperar a que dijeran el nombre de su hijo solo esperaba que Clare no llegará en ese momento.

—¡Edward Jones!

Miró a la maestra que había gritado el nombre de su hijo y se acercó, la mujer lo miró con curiosidad.

—Vengo por Edward— masculló con voz neutra.

—¿Disculpe pero quién es usted?— preguntó con desconfianza.

—Yo soy...— su padre pero eso no podía decirlo: maldijo a Clare— su tío, Clare me mandó por él ya que ella no podía— explicó.

La maestra lo inspeccionó aún con desconfianza,sin embargo llamó al pequeño que en esos momentos se encontraba junto a un pequeño un año inferior a él.

—Te dale un chocolate si me das tu nuevo muñeco de Idonman— comentó al pequeño que ahora estaba agarrando al muñeco con fuerza.

—¿Chocoate?— preguntó el pequeño inclinando su cabeza hacia un lado y mirando a Edward con un brillo en la mirada.

—¡Sí!— gritó—, así que dame el muñeco y te doy mi chocolate.

Edward se había enamorado del muñeco que había traído su único y más pequeño amigo en cuanto se lo había mostrado en la hora de descanso y lo quería para él aún si tenía que sacrificar su preciado chocolate.

El pequeño niño miró dudosamente a Edward, ese muñeco se lo había comprado su mamá por su buen comportamiento pero quería chocolate.

—Eta ben— asintió estirando su bracito en donde tenía el la figura de acción para entregarlo.

Edward sonrió con satisfacción— como solía hacerlo Harry— y sacó su barra de chocolate de la mochila para intercambiar.

— No se vale detatase— advirtió, sabiendo que una vez que al pequeño se le hubiera acabado el chocolate le iría a pedir que le regresará el muñeco.

➋ EL PLACER DEL DOLOR «HS»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora