prince ; emiliaco

sixteen

el día siguiente no fue mejor que el anterior, para empezar, había comenzado con una pelea bastante fuerte entre el príncipe y su padre.

—¡no había necesidad de encerrarme todo el día!— chilló el príncipe mientras hacía un puchero y cruzaba sus brazos.

—¿en qué te afecta? ¿ibas a volver a salir?— preguntó con dureza.

—no, pero tenía calor y ¡oh, sorpresa! no podía abrir el balcón.— contestó tratando de sonar lo más convincente posible.— no entiendo en qué te molesta que salga al jardín.

el rey suspiró y rascó su nuca en signo de que comenzaba a desesperarle aquella situación.

—no es el hecho de que salgas al jardín. puedes hacerlo, es tu casa.— dio un paso adelante para estar más cerca del chico.— mi problema aquí, es que dijiste que te sentiste mal y dejaste al príncipe noah solo.— suspiró.— él fue el que te vio salir de tu habitación y se sintió realmente mal, fue a llorarle a su padre y ahora tenemos un gran problema.

joaquín frunció los labios para evitar decir alguna tontería. ese príncipe noah como le caía mal, y ahora le caía peor porque debido a sus berrinches no había podido ver a emilio la noche pasada.

—todo siempre es tu culpa, parece que nunca terminas de entender que eres un príncipe y todo lo que hagas repercute en el pueblo.— le dijo mientras lo señalaba con el dedo.

el príncipe tragó saliva duramente, aquellas palabras le habían caído como un balde de agua fría. estuvo tentado a contestarle algo a su padre pero sabía que eso únicamente empeoraría la situación.

así que únicamente asintió con su cabeza y se fue de ese lugar.

después de eso, el día no mejoró en lo absoluto. seguido de la pelea con su padre, siguió una pelea con nany.

—¡pensé que éramos amigos!

—yo solo soy una empleada del palacio, tengo que cumplir las órdenes que me dan.

joaquín frunció el ceño.

—yo te ordené que abrieras la puerta.

—pero usted no es el rey.

el príncipe estaba más que harto de todo y de todos. las personas del palacio únicamente lo veían como un niño torpe que no sabía qué hacer y que su padre era el único que tenía presencia para dar órdenes.

su día empeoró aún más cuando su padre le asignó un sin fin de tareas, con la excusa de que siempre se la pasaba en su habitación sin hacer nada y necesitaba comenzar a adaptarse a la vida de ser una autoridad de ese rango.

el príncipe ni siquiera podía concentrarse en hacer aquellas tareas, su mente únicamente se concentraba en algo, más bien, alguien: emilio.

sólo pensaba en lo mal que el chico pudo haberse sentido al no verlo presentarse en el lugar acordado, cu corazón se apachurraba de imaginárselo.

y también tenía otro pequeño problema, no sabía que iba a decirle cuando se lo encontrara de nuevo, tenía miedo de que el rizado estuviera molesto con él y que no quisiera ni hablarle.

su mente estaba hecha un desastre, se debatía entre sí debía decirle la verdad o inventarle alguna otra excusa para justificar el hecho de que lo había dejado plantado.

estaba confundido, no sabía que hacer.

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maratón 1/2

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