twenty four

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las sonrisas de los chicos no podían abandonar sus rostros, sus corazones latían rápidamente y el color de sus mejillas podía ser comparado al de un tomate.

simplemente se encontraban ahí.

sonriendo bobamente mientras apreciaban las facciones del otro, olvidándose del resto de mundo y enfocándose en la felicidad que les provocaba el estar juntos.

los dedos de joaquín se enredaban suavemente entre los gruesos rizos color chocolate que emilio poseía. mientras que éste último se dedicaba a suspirar y sonreír bobamente, disfrutando del tacto del contrario.

pero el príncipe no estaba del todo tranquilo. sí, estaba demasiado feliz por estar junto al rizado y las famosas mariposas hacían presencia en su cuerpo al recordar como el chico le había confesado que lo quería, pero aún así no podía alejar de su mente la imagen de emilio tirado en el suelo y con el rostro ensangrentado.

estaba más que preocupado, quería saber qué es lo que le había pasado. así que pasados un par de minutos, decidió preguntar al respecto.

—¿me dirás qué es lo qué pasó?— le preguntó de una forma algo distraída.

el rizado suspiró y cerró sus ojos durante unos cuantos segundos.

—hay veces en las que uno trata de hacer las cosas bien, pero parece ser que a las demás personas no les importa y sólo buscan por su propio bien.— habló, ganándose una mirada llena de confusión por parte del príncipe.— iba a comprar algo con las monedas que me diste. justo cuando iba a pagar, un hombre bastante grande se acercó a mi y comenzó a exigirme que se las diera.

—¿y se las diste?

emilio rió un poco de forma sarcástica.

—bueno fuera que se las hubiera dado.— suspiró.— obviamente no se las iba a dar, así que hice lo que mejor se hacer: huir. el tipo no iba solo, otros cuatro hombres lo acompañaban. lograron rodearme, yo me seguía negando a darles las monedas y bueno, ya viste cómo acabó la situación.

joaquín se acercó un poco más al chico y rodeó su torso con sus brazos para brindarle un abrazo en signo de apoyo.

—ay, emilio.— susurró.— ¿por qué no se las diste desde un principio?

el rizado lo miró durante unos cuantos segundos, como si estuviera buscando las palabras correctas para contestar aquella pregunta.

—escucha, yo sé que te dije que no necesitaba las monedas.— suspiró y cerró sus ojos.— pero ambos sabemos que estoy totalmente jodido. esas monedas eran lo único que tenía para seguir sobreviviendo sin la necesidad de robar.— sonrió de lado para después encogerse de hombros.— supongo que tendré que seguir haciéndolo, no me queda de otra.

joaquín nunca había sentido tanta impotencia como en ese momento. tenía unas ganas enormes de decirle que él era nada más y nada menos que el príncipe y que podía darle todo lo que necesitaba. quería decirle que él podía apoyarlo en absolutamente todo y no tenía por qué seguir robando y exponiéndose de aquella forma

pero no lo hizo.

en su lugar, decidió preguntar algo.

—¿cómo es que terminaste así?— habló sin pensarlo mucho.— lo siento, no quise sonar tan precipitado.— se disculpó mientras sus mejillas se sonrosaban ligeramente.— lo que quiero decir, es que tus padres tenían esta casa, y por lo que me dijiste, tenían muebles y varios objetos. ¿qué fue lo qué pasó? ¿dónde están tus padres?

emilio lo miró durante unos cuantos segundos mientras su cerebro terminaba de procesar todo lo que el chico le había dicho. sabía que en algún punto, tenía que decirle la verdad, claramente no pensaba que ese momento fuera a ser tan pronto.

pasaron unos cuantos segundos en los cuales ambos permanecieron en silencio y  justo cuando joaquín estaba a punto de disculparse por haber preguntado aquello, emilio habló.

—es culpa de la maldita familia real.

el corazón del príncipe se detuvo por un momento.

—¿eh?

el rizado suspiró.

—se que eres nuevo en el pueblo, así tal vez no lo sepas pero la reina falleció hace un par de años.

joaquín tragó saliva duramente al escuchar como aquellas palabras salían de los labios del chico. la muerte de su madre era un tema sumamente delicado para él, y el hecho de escuchar como emilio lo decía de una forma tan relajada, hacía que su corazón se apretujara y doliera.

—¿qué fue lo qué pasó?— preguntó, haciendo su mayor esfuerzo para que su voz no sonara entrecortada. tenía que ser fuerte.

—el príncipe había nacido, pero la tradición marca que no puede ser presentado ante el pueblo hasta que cumpla cinco años de edad, esto para asegurarse de que es lo suficientemente fuerte como para no fallecer tan pronto en los próximos años.— explicó sin muchos ánimos.— el príncipe joaquín había cumplido con esa edad, así que era el día de su presentación. la reina falleció ese mismo día.

el castañito volvió a tragar saliva, tratando de poner su mente en blanco para evitar recordar aquel día, aunque no estaba funcionado del todo. su mente se estaba encargando de hacer que recordara cómo las enfermeras y doctores corrían por el cuerpo inconsciente de su madre y cómo se la llevaban a la enfermería del palacio sin permitirle verla, para después darle la noticia de que la habían perdido para siempre.

—la versión oficial es que alguien del pueblo le disparó y provocó su muerte.— continuó el rizado.

el príncipe parpadeó rápidamente, intentando que las lágrimas que amenazaban por salir no lo hicieran.

—pero yo sé que eso no es verdad, estoy seguro de que el rey la mató.

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jeje hola crayola

hace años que no actualizaba omg

¿cómo han estado? ¿cómo les va en la skul banda?

btwww, ¿alguien va a ir al concierto de emilio? YO SI JSLAJDOSKDLSKW

prince ; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora