twenty three

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después de aquella junta, joaquín no dudó ni un segundo más en salir al pueblo a buscar a emilio para compartirle un poco de su felicidad, claro, iba a omitir alguno que otro detalle para evitar ser descubierto.

pero toda su felicidad se tornó en preocupación al ver al chico sentado en el suelo con su espalda recargada contra la pared, con el rostro lleno de sangre y con una de sus manos en su abdomen.

—¡emilio!— chilló preocupado mientras se agachaba junto a él.

el rizado, con bastante dificultad, abrió ligeramente los ojos y al ver quien se encontraba frente a él, sonrió un poco.

—joaco.— susurró para después gemir levemente debido al dolor que sentía.

—dios, ¿qué te pasó?— preguntó mientras con suma delicadeza, tomaba el rostro del chico entre sus manos, observando como su ojo derecho se encontraba bastante hinchado y su nariz aún continuaba brotando chorros de sangre.

emilio únicamente cerró sus ojos, disfrutando del tacto del chico en sus mejillas.

—¿puedes levantarte?— susurró el príncipe mientras continuaba mirándolo con preocupación.

—no lo sé.

joaquín suspiró para después cerrar sus ojos con fuerza, intentando pensar en alguna solución. tenía que curar las heridas de emilio, pero no podía hacerlo ahí mismo, había una gran cantidad de gente que pasaba por el lugar y podría resultar bastante incómodo.

—vamos, se que puedes.— le dijo tiernamente para después levantarse del suelo y estirar su mano con el propósito de que el contrario la tomara.

el rizado, con bastante dificultad, logró estirar su mano y tomar la del chico que tenía frente a él, y junto con un poco de impulso de su parte y fuerza del contrario, logró levantarse del suelo.

el príncipe rápidamente pasó uno de sus brazos por la cintura de emilio mientras que éste último pasó el suyo por los hombros del más bajito, de tal forma que la mayor parte de su peso se encontrara sobre el castañito.

—¿tienes algún lugar al cual podamos ir?

emilio asintió lentamente con la cabeza.

****

después de caminar un par de calles, los chicos se encontraban frente a lo que parecía ser una casa.

—es aquí.—balbuceó el rizado para después suspirar un poco.

joaquín brió la puerta del lugar y observó lo que se encontraba ahí, únicamente contaba con un sofá en el centro y había varias cosas tiradas en el suelo.

—¿aquí vives?— preguntó mientras caminaba hasta el sofá para que su acompañante tomara asiento.

emilio se tumbó en el sofá para después cerrar sus ojos y asentir levemente con la cabeza. el más bajo de los dos, tomó asiento a su lado y posó su mano derecha sobre los esponjosos rizos del contrario, comenzado a jugar con ellos.

—era de mis padres.— balbuceó.— antes tenía más cosas, pero con el paso del tiempo tuve que ir vendiéndolas para poder tener algo de dinero, claramente de nada sirvió porque ve como estoy ahora.— rió distraídamente, parecía ser que las palabras salían de su boca sin ser antes del todo procesadas en su mente.

joaquín lo miró durante unos segundos, intentando encontrar algo para decir, tenía bastantes dudas sobre su familia y el cómo es que había terminado en esa situación. pero su mente en lo único que podía pensar era en que el chico realmente necesitaba que sus heridas fueran curadas.

prince ; emiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora