Explosiones, escombros y humo. Eso era todo lo que su embotada mente podía percibir en ese momento. Una explosión había resonado demasiado cerca de su rostro, des-estabilizándola y dejándola con un molesto pitido en el oído derecho. Sintió una mano callosa aferrarse a su muñeca, recordándole que no tenia tiempo para estar aturdida. Junto todas las fuerzas que le quedaban para seguir avanzando, mientras arrastraba a su compañero, sosteniéndolo de los antebrazos. La mano del joven seguía aferrada a su muñeca, intentando decirle que estaba bien, que no se preocupara por el y lo dejara ahí. Porque la sangre que escurría de la frente de Akane estaba cayendo sobre su ojo, impidiéndole ver con claridad. Mientras que la pierna del chico estaba gravemente fracturada, siendo imposible escapar por sus propios medios. Estaba siendo una carga, y el lo sabia. Ella debía de escapar. Debía de huir con la dosis que habían podido robarle al ejercito de Liberación. Que ella escapara con aquella vacuna era su única oportunidad de que su misión tuviera éxito.
Si tan solo ella hubiese recuperado sus alas, todo seria mas fácil.
El dolor y las cicatrices se fueron, pero sus alas no volvieron. Siendo el tratamiento de Eri-chan un completo fracaso. La joven rubia hizo cuanto pudo, pero cada quirk es distinto, y eso escapaba del control de la menor.
-De- Déjame... debes.. huir- dijo intentando hablar, el dolor era casi insoportable. Y al igual que ella, también estaba afectado por las explosiones de las minas.
- ¡Cállate!- grito sin darse cuenta, con el pitido aun de fondo en sus tímpanos - ¡Con una mierda pienso dejarte aquí, Hitoshi!-
El pelimorado la observo con rabia oculta en sus siempre calmadas facciones. Ella era la única esperanza para aquella misión ¿Cómo no se daba cuenta? La terquedad y el humanitarismo de Akane terminaría por matarlos a ambos.
¿Cómo habían terminado así?
Hace un poco menos de dos semanas se les había asignado a una misión encubierta. Solo Akane y Hitoshi, ella por ya tener la experiencia suficiente y ser una ágil mentirosa; y él por su quirk, que le permitía fácilmente esquivar inconvenientes. No les había parecido demasiada cosa, pero ahora que el chico lo pensaba, infiltrarse en la guarida del ejercito de liberación no era juego de niños. Su objetivo era solo recolectar información, sin precipitarse demasiado. En las ultimas semana habían surgido casos, en los que nuevamente la droga de potenciamiento de quirk había sido introducida en el mercado negro. Pero esta vez todas las pistas daban hacia dicho ejercito. Tal parecía, que con dicha droga conseguían mas adeptos a su causa, prometiéndoles poder infinito, y que si ellos ganaban, no habrían barreras para usar sus dones a sus anchas.
Necesitaban recolectar información sobre esa droga, y saber en que forma la estaban suministrando. Al principio todo pareció ir bien, se habían infiltrado con éxito y gracias a su carisma, Akane había echo muchas amistades. Sobretodo con el científico retraído y megalómano que estaba a cargo de la fabricación de la droga. Se suponía que no podía hablar de la sustancia con nadie, mucho menos con los nuevos que solo eran peones de bajo rango. Pero como la misma Akane había dicho "Debajo de los uniformes y rangos, todos siguen siendo hombres, Hitoshi. Levantales el ego y su miembro, y los tendrás a tus pies". Y la maldita estaba en lo cierto, bastaron unas miradas risueñas, coquetería barata y una sarta de halagos para que el científico quedara loco con la bella chica. No resistiendo la tentación de mostrarle "su mas grande obra" y contándole, además, como funcionaba aquella inyección de color azul profundo.
Solo hicieron falta dos días mas, para que la astuta chica lograra que le regalara una dosis.
El mismo Hitoshi pudo oír, gracias a los comunicadores inalámbricos, cuando la joven entre lagrimas y berrinches falsos convencía al pobre incauto de ayudarla a explotar su quirk. Ella realmente era buena y él debía reconocerlo.
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¡Arrodillate Perra! BnHa ~BakugouxOc~ TERMINADA
FanfictionLa prominente figura de bakugou katsuki se dirigía hacia aquel cuarto donde sabia se encontraba aquella pelirroja que había osado burlarse de él frente a los enclenques que los observaban. Pero eso no se quedaría así, claro que no. La haría suplicar...