1: Torneo (parte 1)

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Pequeñas explosiones se podían escuchar en los largos pasillos de la prestigiosa academia Yueei, acompañado de maldiciones y puteadas. La prominente figura de Bakugou Katsuki se dirigía hacia aquel cuarto dónde, sabía, se encontraba aquella pelirroja que había osado burlarse de él frente a los enclenques que los observaban. Pero eso no se quedaría así, claro que no. La haría suplicar piedad, le rogaría misericordia.

Transformaría aquella fiera en una simple tela, tan dócil como la puta seda. Si, eso le gustaba. La tendría dócil y sumisa frente a él.

Como un león, el muchacho llegó a la enfermería. Sintió la rabia a flor de piel, la bronca de saber que aquella sensual chica le había visto la cara de estúpido. Recordar su sonrisa burlona le ponía furico. Recordar el hormigueo que sintieron sus dedos al entrar en contacto con aquella tersa piel. No. Carajo no debía pensar eso. No debería de sentir su corazón bombear de más ni aquella sutil excitación que creció sin que se lo propusiese. Pero es que joder, esa pelirroja era demasiado. Era una mujer bella y sensual que claramente sabía lo que quería y no paraba hasta conseguirlo. El rubio ceniza respiró profundo antes de abrir aquella puerta con violencia Y un grito que,  al igual que un rugido, avisaba de la llegada del rey de la selva. Mas la joven se encontraba acostada con un brazo tapándole el rostro. La desgraciada ni siquiera le dirigió una mirada.

-DESPIERTA MALDITA! ¿!QUIÉN TE CREES PARA HUMILLARME ASÍ!?- Le reclamaba furioso, pero ella seguía sin mirarlo, cosa que solo ayudaba a su ira. Pequeñas explosiones comenzaron a salir de sus manos a modo de advertencia.

La chica levantó levemente su brazo para dirigirle una fugaz mirada - Sabes que eso no me hará nada, Katsuki - Concluyó la oji violetas para volver a ignorarlo, la batalla la había agotado demasiado.

Ella tenia razón. El rubio sabía perfectamente que sus explosiones no le hacían daño a la chica, y eso lo frustraba. Con ella bien podía ser un simple mukosei como el maldito de Deku. No podia dañarla con su quirk. - ¡A mi me respetas jodida perra! ¿Sabes con quién hablas? ¡Con el futuro héroe numero 1!- Gritaba encabronado el muchacho aún con las chispas en sus manos. La chica solo suspiró con cansancio.

- No eres un jodido rey, eres más del montón rubia - La chica le dijo, exhausta y sin siquiera mirarlo.

-¿AH? ¿CON QUIÉN CREES QUE HABLAS? SOY MUCHO MEJOR QUE UN JODIDO REY- Le grito perdiendo los estribos, para luego de una profunda respiración encarar a la muchacha y entonar firme su orden- Así que ¡Arrodíllate perra! -

El silencio se hizo presente. Ambos adolescentes ahora se miraban fijamente, desafiándose. Mientras aquella simple frase autoritaria se repetía como eco dentro de ambos. El calor no demoro en acompañarlos en aquella extraña situación. Un calor que nada tenia que ver con el clima. Un calor causado por la vergüenza y el deseo que se instalaba entre ellos.

La chica quedó pasmada por la orden mas no dejo pasar el doble sentido escondido en aquella frase. Si, tenía doble sentido. Lo veía en aquellos sensuales ojos rojos y eso la provocaba en demasía, le daba deseos de fastidiarlo. De hacerlo enfurecer solo para ella. Sonrió ampliamente para acercarse al chico cerrando más la distancia que los separaba. Puso su mano en el pecho del rubio, quién no pudo evitar posar su mirada sobre aquel torso semi desnudo que a duras penas era cubierto por ese pañuelo rojo. Todo en aquella chica le resultaba erótico, malditamente erótico.

La pelirroja se acerco al oído del rubio para susurrarle sugestivamente:

- No me pidas cosas que luego no podrás manejar, Kacchan- Dijo para luego retirarse de ahí con una sonora carcajada y un rubor escarlata adornando sus mejillas, mientras el chico intentaba controlar su respiración.

¡Arrodillate Perra! BnHa ~BakugouxOc~ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora