¡Arrodillate Perra! BnHa ~BakugouxOc~ TERMINADA

10: Desayuno juntos

Un joven rubio se despertó agitado. Nuevamente su conciencia le traía, en sueños, los recuerdos que secretamente atesoraba con aquella bella chica de labios carnosos y ojos violetas. Se levanto reputeando, siendo consciente de que no podría volver a conciliar el suelo nuevamente. Se maldecia a si mismo. A su furia, que lo enceguecio lo suficiente como para alejarla así. A su orgullo que le impedía todas las noches ir corriendo tras ella y rogarle que lo perdonara. Apretó sus dientes con mas fuerza ante el pensamiento de él rebajandoce así por alguien. Ella no lo valía ¿o si? Solo quería recuperar... su cuerpo. Definitivamente. ¿pero por que sentía esa presión en el pecho, como si le costara respirar? Presión que solo se iba cuando la tenia cerca. Eso no podía ser amor. La puta madre no podía.

Sobre todo por que ella lo odiaba.

Lo había confirmado en mas de una ocasión. No quería tenerlo cerca. Y cada vez que por casualidad estaban cerca lo insultaba y lo mandaba a la mierda. Realmente la había cagado. Gruño frustrado y decidio bajar a desayunar. Aun era temprano para prepararse pero no tenia sentido intentar dormirse ya. Bajo tranquilo hacia la cocina. Y grande fue su sorpresa al encontrar a la protagonista de todos sus sueños sentada en el desayunador con una tazón de cereal con nueces y almendras. Se tenso por un momento al verla, en cuanto advirtió su presencia la joven clavo su gélida mirada sobre el, provocándole escalofríos. Se recompuso rápidamente para ir a prepararse algo con un fingido aire despreocupado. Tomo lo primero que encontró y se sentó frente a la joven. Disimuladamente se seco las manos en sus pantalones, estaba comenzando a sudar y queria evitar explotar algo. Solo por esa vez, no queria armar un escandalo. Aun observsndo a la chica quien parecia ignorarlo completamente, se llevo una cucharada de lo que sea que fuese su desayuno a la boca.

Un sabor empalagoso y demasiado dulce inundo sus papilas gustativas. Escupió por el asco. Intentando suprimir las arcadas involuntarias que sufria. La chica lo veia burlona, disfrutando de su desgracia.

-agarraste los cereales de malvavisco dulces de Ashido, imbecil- eso explicaba el sabor jodidamente dulce ¿como carajo podia comer eso?

-¡callate estupida! Lo hice a propósito ¡siempre desayuno esto!- como siempre protegía su orgullo con uñas y dientes, incapaz de decir lo que realmente pensaba.

Se dispuso a llevar otro bocado de esa mierda a su boca, se la iba a bancar sin quejarse. Pero una delicada mano lo detuvo a medio camino, impidiéndole comer más.

-no comas esa mierda pelotudo- lo regaño sin mirarlo a los ojos. Intentando no golpearse a si misma por ser amable con él - te prepararé una tortilla.

Le dio la espalda y se dispuso rápidamente a cocinar para el chico, quien la miraba incrédulo por lo que hacia. La observo desenvolverse con maestría. Era la primera vez que Akane cocinaba en los dormitorios, siempre mandaba a todos a cagar en cuanto le insinuaban que ayudara en la cocina. Aun con el ceño fruncido se veía hermosa a los ojos del rubio.

-come- le dijo cortante mientras le entregaba el plato humeante y con un olor esquisito. Le dio un bocado con la cabeza gacha para ocultar el sutil sonrojo que se habia intalado en su rostro. Los sabores explotaron en su boca, un sabor concentrado y ligeramente picante inundo su boca. Era la mierda más deliciosa que habia probado. Se tuvo que contener para no devorar todo de golpe. Lo saboreo lentamente, sintiendo como algo calido crecia en su pecho al saber que aquel manjar habia sido preparado solo para su persona. Levanto la vista, topandose con la mirada fria y distante de Akane. Aveces extrañaba tanto su sonrisa que un dolor agudo se instalaba en lo mas profundo de su ser.

Se quedaron ahi en silencio, solo observandose. El ambiente comenzo a cargarse nuevamente con aquel deseo en el que tantas veces se habian perdido. Él se moria por probarla de nuevo, por tenerla entre sus brazos sintiendo su calor. Ella, por su parte, prefería clavarse un tenedor en el muslo antes de perder nuevamente su orgullo al caer en las redes del rubio.