Veintiuno

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El tercer mes se dijeron por primera vez que se amaban.

Hoy el hospital no había tenido muchos visitantes así que todo estaba tranquilo, Daniela estaba guardando sus cosas ya que era hora de que se fuera, en eso entró por la puerta principal María José, había estado todo el tiempo sentada llenando papeles así que le dolía la espalda y la mano, pero nada de eso pareció importarle cuando la chica se acercó a saludarla y la besó, era un beso necesitado y sincero, no había nada mejor que probar aquellos carnosos y suaves labios.

—¿Cómo estás? —pregunto Daniela una vez que se separaron del beso

—Ahora que estas conmigo muy bien. Que no te extrañe verme más seguido por aquí, me gusta sentirme así de bien —habló con dulzura, sus ojos indicaban que aquello era cierto —¿Vamos por helado?

—Sí, me encantaría —contestó antes de caminar junto a la chica hasta su auto

Daniela no quería fingir, pero le preocupaba mucho el que la chica la necesitara tanto, le gustaba el echo de que la chica apreciará estar con ella, no quería que María José necesitara de alguien para ser feliz, no ella.

Al llegar a Woody's se sentaron en una mesa junto a la ventana, a la pelinegra le gustaba mirar cuando las personas pasaban, pidieron lo mismo de siempre.

—Tu hermana me cae muy bien —habló la ojiverde mientras sostenía su mano y la acariciaba lentamente, Daniela se había dado cuenta de que era algo que realmente le gustaba hacer

—A ella también le agradas —cerró los ojos sintiéndose relajada por las suaves caricias de la chica

—¿Te gusta? —pregunto mientras seguía con sus delicados movimientos recibiendo un ligero asentimiento de cabeza por parte de la castaña —Eres muy hermosa

—Tu lo eres más, eres tan hermosa como las rosas por la mañana

Esperaba que aquello funcionara para subir el ánimo de la pelinegra, pero ella simplemente rió mientras le apretaba una mejilla

—¿De qué libro haz sacado eso?, estoy segura de que lo he leído en alguna cita textual de alguna historia popular —se burló, aunque una parte de ella lo había amado —Lara no habría dicho algo así

—Admite que te encanto

—No, no lo hizo

—Poché —rogó con voz de bebé haciendo un puchero

—Esta bien, me gusto un poco —confesó dándole un beso en la mejilla —Pero creo que el echo de que seas mi novia tiene que ver con eso

—Mmm... Me voy a conformar con esa respuesta

Y María José le tomo la mano, la sujeto con dulzura mientras acariciaba delicadamente sus dedos, se quedaron mirándose a los ojos, sus miradas estaban fundidas, en sus ojos había un toque de amor, cariño, apreciación, todo un mundo de sentimientos pero no hacía falta que ninguna hablase para describir aquel mágico momento sus miradas decían todo, acercaron sus rostros lentamente hasta estar cara a cara sintiendo sus respiraciones.

Tuvieron que separarse una vez que el mesero llevo sus ordenes, Daniela estaba tan distraída observando los ojos de la pelinegra que se sorprendió con lo siguiente que vio, María José se llevo rápidamente una cucharada de comida a la boca, tan rápido que incluso había echo volar su servilleta,  aquello no lo esperaba para nada pues ella solía comer con suma delicadeza. En esos momentos supo que algo estaba mal.

Algo ocurría.

—¿Estas bien? —preguntó preocupada colocando una de sus manos sobre el hombro de la chica

POMPEIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora