Dieciocho

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Hoy era Lunes, la graduación de amabas.

Este sería sin duda un día que marcaría sus vidas.

La ligera brisa de la mañana golpeaba la gran ciudad de Bogotá, el sol comenzaba a salir para posicionarse en el lugar indicado. Daniela estaba sentada en su cama mientras miraba por la ventana, y es que... Había pasado ya una semana, no podría llamarle perfecta porque no lo fue, no del todo, se había visto algunas veces con María José, pero no siempre podían ya que al ser final de curso tenían muchos exámenes y cosas por hacer. Hoy era el día, el día en que dejaría de ser alumna y por fin obtendría un título y un trabajo, y es que estaba tan feliz.

Pero pronto aquella felicidad se iría.

Paula llegó a su casa, ya que quedaron de alistarse juntas, era increíble el hecho de que se graduaría en menos de 3 horas y lo que lo hacía aun mejor era que lo haría junto a sus mejores amigos, le encantaría que la pelinegra estuviera allí pero sabía que ella también se graduaría por lo que debía estar en la escuela, hablaba animadamente junto a Pau hasta que recibió una llamada, era Juliana, su hermana.

—¿Hola?

—Dani, pequeña

—¡Juli! ¿Ya vienes? Ya casi estoy lista, Pau y yo pensamos irnos juntas.

—Sobre eso... —pareció pensar en lo que diría, se escuchaba ¿Nerviosa? O tal vez ¿desepcionada? — No podré ir, traté de hacer todo lo posible, en serio, pero mi vuelo se retraso para el siguiente día, lo siento mucho Dani

—No, está bien. Sé que tú querías venir —suspiró triste, pero trató de que no le afectara.

—Lo siento, te mandaré dinero para que salgas a festejar, diviértete por mí. Me alegra tanto que te vayas a graduar, mi pequeña hermanita terminará la universidad ¡Que emoción! —se escuchaba realmente emocionada pero entre sus festejo había algo de tristeza por no poder asistir.

—GraciasJuli, tengo que irme. Adiós

Y sin más, la llamada terminó.

Debía admitir que se sentía un poco triste de que su hermana no pudiese asistir, pero sabía lo mucho que trabajaba para darle lo mejor, valoraba lo que su hermana hacía por ella, y, a pesar de aquella noticia; no quiso que su ánimo decayera así que regresó a donde su amiga para terminar de alistarse.

Una vez las dos tenían puestos sus trajes, llamaron a Johan para que fuese por ellas, y así los tres chicos tomaron camino a la escuela.

(...)

Los tres amigos salían de la escuela con una enorme sonrisa en sus rostros, sostenían con gran entusiasmo sus diplomas y sus papeles que los hacía oficialmente alumnos egresados, la felicidad en sus caras era enorme y, es que, acababan de graduarse, seguían sin poder creerlo.

Daniela estaba demasiado entusiasmada pero fue aun mejor cuando notó un carro muy particular estacionado fuera de la escuela, había alguien recargado en él, se acercó y, sí, era María José.

—¡Poché! —la saludó emocionada caminando rápidamente para abrazarla —¿Qué haces aquí?

—¡Calle! —le regresó el saludo y correspondió a su abrazo envolviéndola con dulzura —¿Crees que me perdería un día como este? No te graduas todos los días.

—Cierto, pero ¿Qué hay de ti? hoy también es tu graduación —preguntó con intriga.

—Estás viendo oficialmente a la cadete María Jose Garzón, capitana del pelotón 231 del área 5 Bogotá —presumió orgullosa levantando su cabeza, manteniéndola en alto.

POMPEIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora