Capítulo 16. Salvada

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Cuando se rindió de luchar, sólo pudo decir su nombre como un último intento de pedir ayuda, así como poder llamarle una última vez antes de que su vida acabara por culpa de aquel hombre.

–¿Vegeta? –repitió él con malicia–. ¿Dedicarás tus últimas palabras a un hombre que no te ama? –

La risa del hombre se escuchó con frialdad pero Bulma no pudo apreciarla, puesto que sus ojos comenzaron a nublarse, su voz se apagó y todo lo que escuchaba lo sentía lejano. Únicamente pudo notar un leve temblor de la mesa en la que se encontraba atada, intentó alzar la mirada pero apenas podía ver, sólo distinguió tres sombras.

La presión de la navaja sobre su piel se había ido y, antes de caer completamente desmayada, notó las muñecas liberadas de las cuerdas que las rodeaban, al igual que su cuerpo era liberado de la fría mesa.

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Minutos antes...

Vegeta iba conduciendo a gran velocidad hasta la vieja casa abandonada en el bosque, mientras que Piccolo y Goku iban en otro coche detrás de él. Cuando sabía que estaba cerca apagó las sirenas para poder sorprender al Cirujano.

Cuando visualizó la casa, analizó el estado en el que se encontraba. Tanto las ventanas, las cuales algunas presentaban cristales rotos, como la puerta estaban tapiadas con tablas de madera. El tejado tenía zonas que se habían desplomado, y la pintura, que alguna vez pudo ser blanca, se despegaba de la pared. 

Vegeta aparcó delante de la puerta, intentando no hacer demasiado ruido. Desde el retrovisor pudo distinguir el coche de sus compañeros que estacionaron detrás de él. Los tres bajaron de sus respectivos vehículos mientras sacaban sus armas. Fueron corriendo hacia la entrada, logrando de un golpe firme romper las tablas de madera, que estaban en un estado frágil a causa del tiempo, y, con ellas, la puerta.

Al entrar se encontraron con aquella horripilante escena de Bulma sobre una mesa, atada y cubierta únicamente de su ropa interior. Vegeta la vio medio inconsciente, pues no parecía entender que ocurría al igual que no se sorprendió de verle. Sus oscuros ojos se fijaron en la navaja que él colocaba sobre su vientre, con la intención de clavárselo.

Con su pistola, apuntó al hombre a la cabeza, mientras que sus compañeros lo hacían a cualquier parte de su cuerpo excepto esa, pues estaba prohibida para un policía.

Piccolo fue más rápido, le quitó la navaja y lo estampó contra un hueco de la mesa. Vegeta reaccionó rápido y se dirigió hacia Bulma, a la cual liberó y cargó entre sus brazos mientras comprobaba su estado.

–Estás a salvo–le dijo mientras la sacaba de aquel escalofriante lugar. Sintió el peso de su cabeza sobre su pecho y la miró preocupado. Había caído completamente inconsciente.

Vegeta colocó a la adolescente en el coche de policía en el que había llegado. Miró hacia la entrada de la casa donde Goku y Piccolo sacaban a aquel hombre esposado, metiéndole en el vehículo en el que ellos habían llegado.

Se acercó a ellos para contemplar al hombre que casi le arrebata la vida. Quería matarlo.

–¿Cómo está Bulma? –preguntó Goku preocupado.

–Está inconsciente–respondió Vegeta sin dejar de mirar al hombre que ya no tenía aquella malévola sonrisa en su rostro.

–¿La llevarás a comisaría? –Vegeta miró a Piccolo que estaba orgulloso de haber encontrado por fin al hombre que buscaban, sin que Bulma sufriera ningún daño.

–Me la llevaré a mi casa–contestó mirando en dirección al vehículo donde ella se encontraba, apreciando su cabello por el cristal trasero.

–¿Por qué? –Goku no comprendió y Vegeta le miró con el ceño fruncido. No quería dar explicaciones.

Te necesito [BulmaxVegeta] ORIGINAL - REEDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora