Capítulo 18. Siempre enemigas

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La luz artificial de la habitación hizo despertar a la adormilada adolescente. Tumbada sobre el colchón, desnuda y cubierta con las sábanas testigo de la pasión acontecida hacia unas horas atrás. Se incorporó cubriendo su pecho aprisionando las telas contra su cuerpo mientras se sentaba sobre la cama. Sus ojos contemplaron al hombre que se encontraba abrochándose el cinturón, mostrando su torso musculado.

Bulma miró hacia la mesita que se encontraba en su lado de la cama. Contempló el reloj digital que marcaba las seis y media de la tarde. Alzó su mirada nuevamente hacia Vegeta que se colocaba una camisa grisácea que se ceñía a su cuerpo. Sonrió mientras colocaba un mechón de su azulado cabello tras su oreja. Recuerdos de ambos amantes desnudos danzaban en su cabeza avivando el fuego que parecía que no se extinguía tras el placentero encuentro.

–¿Te vas a la comisaría? –preguntó ella llamando la atención de Vegeta, que ya terminó de vestirse.

–Vamos–denotó Vegeta que se acercó a la cama para tomar asiento al lado de ella–. Tu padre debe saber que estás bien. Pasó una horrible noche porque no sabía nada de ti. –

–Comprobará que estoy bien–Bulma dejó caer la sábana que la cubría para acercarse a él y abrazarlo. Él la tomó por la cintura mientras la regalaba una sonrisa ladina que la enloquecía–. Vegeta... te quiero. –

Vegeta no respondió con palabras, simplemente la alzó hasta dejarla a horcajadas sobre él para luego reclamar sus labios. Bulma no esperaba las mismas palabras dirigidas hacia ella, pero entendía que en aquel beso que intercambiaban estaba como respuesta un "yo también", y con eso le bastaba.

La peliazul se separó un poco de él para hundirse sobre su hombro, aspirando el perfecto aroma que emanaba de su robusto cuerpo a la par que sentía las delicadas caricias de las yemas de sus dedos recorriendo su desnuda espalda.

–Vegeta–el nombrado hizo un sonido ronco como respuesta, esperando por la cuestión que imaginaba venía detrás de su nombre–, ¿qué le ocurrirá a Raditz? –

Un pequeño silencio reinó en la habitación. Ella no podía olvidar los momentos dentro de aquel coche, ni mucho menos lo que después vino con Vegeta. Necesitaba saber qué ocurriría.

–Irá a la cárcel–sentenció el hombre. Bulma se separó de su cuerpo para observarle a los ojos directamente mientras que él aún acariciaba su cuerpo con dulzura.

–No puede ser... ¿No puedo hablar con él? –Vegeta dejó de acariciarla para contemplarla con seriedad–. Estoy segura de que puedo hacerle recapacitar con su actitud. –

–No–respondió él rápidamente y con gran seguridad, así como denotaba su descontento con la idea de la adolescente.

–Vegeta, por favor–él puso los ojos en blanco, no estaba dispuesto a discutir en ese momento sobre Raditz pero ella, en cambio, lo haría–. Es cierto que ha tenido muchas oportunidades, pero no es justo que él entre en la cárcel y que el hombre que mató a su familia y destruyó su vida ande suelto como si nada. –

–Por mucha razón que tengas sobre la injusticia de la sentencia de ese malnacido poco se puede hacer. No harás nada que no haya intentado su hermano ya–Bulma agachó la cabeza mientras escuchaba las palabras de Vegeta–. Vístete. Debemos ir a la comisaría.

Bulma alzó la mirada para contemplarlo a los ojos. Veía que iba a alejarla de él e insistirla para que la vistiera, como si aquella conversación no hubiera existido. Frunció el ceño llamando la atención del policía.

–Déjame hablar con Raditz, Vegeta–ella podía intuir la respuesta del subinspector y por eso fue más rápida en hablar–. ¡Es injusto lo que haces Vegeta! ¿Dónde quedan tus alegatos de lo que es la justicia y de los motivos que te incitaron a ser policía? ¿Dónde queda tu lucha por ayudar a los que piden socorro? –

Te necesito [BulmaxVegeta] ORIGINAL - REEDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora