Capítulo 9

129 12 4
                                    

Rodi se giró para mirarla. Su expresión era controlada y tirante. Ella se encogió de hombros con pudor.

–Quería conocer a Gonzalo un poco mejor antes de que tuviéramos hijos. Sé que era mi deber, pero no estaba preparada todavía.

Era una rebelión pequeña, pero después de tantos años de espera y de preparativos no iba a quedarse embarazada el primer mes.

Rodi le puso las manos en los hombros y aspiró con fuerza el aire.

–Lo planeas todo al milímetro, ¿verdad?

Cristina tragó saliva.

–Soy un poco obsesiva con los detalles –dijo con tono ligero.

Rodolfo soltó una carcajada.

–Eres un caso, Cristina.

Ella frunció el ceño.

–Lo que quiero es ser interesante. Deseable.

Rodi la estrechó entre sus brazos.

–Oh, desde luego que eres interesante y deseable. No recuerdo cuándo fue la última vez que…

Guardó silencio de pronto y ella alzó la palma de la mano para acariciarle la cara.

–¿No recuerdas cuándo fue la última vez que…?

–Nada. No es nada –aseguró tomándola en brazos y llevándola otra vez hacia la manta del refugio.

Volvió a besarla una y otra vez, y las llamas que había en su cuerpo se alzaban cada vez más con el contacto de sus labios. Rodi seguía con sus boxer puestos y Cris se arqueó contra él con frustración.

–Debes saber que estoy sano –le dijo Rodolfo mordisqueándole la oreja–. No tienes nada que temer. Siempre tengo cuidado con mis… aventuras.

Aventuras. La palabra se quedó alojada en el cerebro de Cris, negándose a desaparecer. Sabía que Rodi tenía muchas amantes, sabía que ella era una aventura más. Era aquí y ahora, una celebración de la supervivencia. 

Terminarían por rescatarles, de eso estaba segura, y volverían a sus vidas.

Sintió una punzada, pero no se atrevió a pensar en ello detenidamente.

–Ahora –le pidió con los ojos llenos ridículamente de lágrimas–. Por favor, ahora.

Antes de que le diera por cambiar de opinión. Antes de que las lágrimas que tenía tan guardadas escaparan de la caja de Pandora que era su alma. Antes de que Cristina la aburrida volviera a apoderarse de ella.

Rodolfo se quitó los Bóxer y entonces le sintió. Sintió la punta dura y caliente en la entrada de su cuerpo.

– Cris –murmuró él con la voz estrangulada por el control que estaba ejerciendo–. ¿Estás segura?

No podía pensar. No podía hablar. El pulso le latía en el cuello, en los oídos. Estaba segura, muy segura.

Le hizo bajar la cabeza y le introdujo la lengua en la boca. 

Rodolfo gimió suavemente y entonces se movió, embistiéndola con su cuerpo. Hubo un momento de pequeño dolor cuando atravesó la barrera, pero enseguida estuvo completamente dentro.

Sus cuerpos se unieron de un modo más íntimo de lo que nunca había imaginado. Era extraño sentir a un hombre tan dentro, sentir su pulso mientras él se mantenía muy quieto y la besaba suavemente.

–¿Estás bien? –le preguntó.

Cris le enredó las piernas alrededor de las caderas, sabiendo de forma inconsciente lo que se suponía que tenía que hacer.

–Oh, sí.

El dolor no era nada comparado con el placer. Finalmente había hecho algo por sí misma, había tomado una decisión y estaba haciendo lo que quería, no lo que los demás esperaban. Era maravilloso. Deliciosamente maravilloso.

Rodolfo empezó a moverse, despacio primero y luego más rápido, cuando captó el ritmo y se incorporó para recibirle una y otra vez. Tenía el corazón lleno de sentimientos que prefería no analizar. Su cuerpo alcanzó la cresta de la ola y empezó a dispararse mientras Rodi le hacía el amor.

No sabía qué esperar, pero no esperaba aquello. Aquella perfecta unión de los cuerpos, aquella sensación afilada, aquella sensación placentera que no se parecía a nada que hubiera imaginado con anterioridad. Se derretía más y más con cada embate del cuerpo de Rodolfo en el suyo. Y entonces alcanzó la cima de la sensación, quedó suspendida al borde del precipicio durante lo que le pareció una eternidad mientras su cuerpo hacía explosión en una mezcla exquisita de dolor y placer.

Fue consciente de que Rodi la siguió, de que su cuerpo bombeaba dentro de ella con más fuerza y más velocidad, de que se ponía tenso, gemía y se derramaba.

Soltó una palabrota que la llevó a tensar los músculos de su sexo alrededor de él. Rodi jadeaba y ella también. Él apoyó la frente en la suya con cuidado de no aplastarla.

–Ha sido increíble –murmuró–.Tú eres increíble.

Seguía dentro de ella, todavía duro, y Cris alzó las caderas ligeramente, preguntándose si volvería a sentir algo ahora que se había terminado. Rodi gimió.

–Quieres matarme, ¿verdad? –protestó con cariño.

–Por supuesto que no –afirmó Cris sintiéndose más poderosa que nunca–. No he terminado contigo todavía.

Entonces él se rio.

Me Quiere..?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora