Entró al lugar con una chaqueta negra larga y la capucha puesta. Los focos de colores eran lo único que iluminaban el lugar. Una música erótica cubría el ambiente. Sin dejar ver su rostro, se dirigió a la barra del bar, ignorando las chicas que bailaban en diversas barras.
-Vengo a ver Dabi.-le dijo a un chico que estaba por ahí con pintas de delincuente.
-¿De parte de quién?-la voz del hombre era grave, y coincidía con su aspecto, vestido totalmente de negro, muchos piercings, tatuajes y cabeza rapada e incluso, en partes, tatuada.
-No tengo que darte mi puto nombre. Él sabe que estoy aquí.-respondió el intruso, cabreado de tener que esperar.
Ambos se quedaron mirando. Ninguno quería ceder. Su ego no se lo permitía. Estuvieron en una batalla de miradas asesinas unos pocos minutos, hasta que el camarero suspiró, agotado.
-Espera aquí.-le dijo, con su ronca voz.
El hombre asintió, felicitándose por dentro por haber ganado.
Apoyó la espalda en la barra y se quedó mirando a las chicas que bailaban en la barras para todos aquellos pervertidos que les daban dinero a cambio de que se menearan delante de ellos.
Dos minutos después, el camarero apareció.
-Sígueme.-le ordenó.
Pasó por detrás de la barra y lo siguió por una puerta que llevaba a un pasillo. El pasillo conducía a varias puertas que estaban cerradas y en las que él había estado miles de veces. Se oían ruidos de camas dentro, acompañados de gemidos sordos.
El tipo se detuvo al final del pasillo, enfrente de una puerta entreabierta.
-Espera por ti ahí.
-¿No me digas?-respondió, en tono irónico, antes de abrir la puerta y cerrársela al hombre en las narices.
La habitación estaba muy bien iluminada, solo por unas pocas velas. Dentro, había un sofá de piel lujoso junto con una mesa de centro. Encima de ésta, había infinidad de sobres que supuso que serían de droga, posiblemente de cocaína o María. Se bajó la capucha.
-Vaya vaya, cuanto tiempo, ¿eh, Shoto?-dijo un hombre que estaba sentado en el sofá con un cigarro entre los labios.
Sonrió al chaval, se puso en pié, y avanzó hacia él para darle un abrazo de colegas. El chico sonrió.
-Cerca de siete meses, ¿no, tío?-respondió, con una sonrisa de lado.
-Ya casi no vienes por el local, y cuando lo hacías, yo siempre estaba..."reunido".-dijo, haciendo comillas con la última palabra.
-He estado ocupado.
Se quitó la chaqueta y la depósito en el respaldo de la silla de plástico que se encontraba delante de la mesilla de centro.
-¿Y toda esa droga?-preguntó.
-El camello nos llegó hace tres cuartos de hora. ¿Quieres probarla?
-Venga, prepárame un cigarro pequeño y cuéntame para qué me necesitas.
Se sentó en la silla y apoyó los antebrazos en los muslos, apoyado hacia delante. Miró bien a su viejo amigo. Seguía con el mismo peinado en pico, de color negro; con todos sus piercings y un tatuaje en la nuca de una serpiente, a demás del pequeño detalle de tener media cara cosida, a demás de parte del pecho y de los brazos, porque, según él, acojonaba más a la gente.
Cuando el pitillo estuvo listo, se lo entregó. Este, a su vez, sacó del bolsillo un mechero y lo encendió, dando una larga calada.
-Venga, Dabi, cuéntame qué se cuece.-pidió, sacando el cigarro deblos labios.
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El Brillo De Tus Ojos | ᵀᴼᴰᴼᴰᴱᴷᵁ-ᶠᴱᴹ
FanfictionOdiar por inercia es la manera más sencilla de desquitar la furia, Shoto lo sabe a la perfección. Sin embargo, no desaprovecha la oportunidad que le ofrecen de vengarse de quien considera el detonante de la nefasta vida que lleva, arrebatándole a lo...