La oscuridad se apoderaba de todo mi cuerpo.
No veo absolutamente nada, quizás si abro mis ojitos.
No absolutamente nada, solo hay oscuridad. Pero no es una oscuridad tenebrosa, es una oscuridad acogedora.
- Señorita ______- llamo Sebastian.
- S-s-Sebastian- dije en un débil susurro - ¿Dónde estamos?- pregunte tratando de acostumbrar mi vista a la intensa oscuridad que me rodeaba.
- Lamento decirle que está usted sola aquí- ¿Cómo que sola?
- No entiendo- ¿cómo podía estar yo aquí y el no?
- Me temo mi señora que es porque yo no tengo alma- dijo Sebastian, tranquilamente.
- Mierda no me puedo mover- empecé a moverme para comprobar lo obvio.
- No se mueva…solo lograra enredar todo- como que enredar todo.
Entonces fue cuando una luz cegadora apareció en la profunda oscuridad.
- Vaya, vaya- dijo la anciana- tenemos una hermosa y joven chica- pronuncio las palabras con odio – y con un alma tan hermosa y tan incorruptible- se acercó y me acaricio el rostro – lástima que de ahora en adelante me pertenecerá- la anciana sonrió y se acercó aún más hasta el punto en el que llegue a pensar que ahora después de vieja la señora descubriría su verdadera orientación sexual.
La señora bajo hasta mi abdomen (gracias a Dios no me beso) y saco una daga que incrusto lentamente en mi abdomen.
Un grito desgarrador se escapó de mis labios y un dolor punzante se extendía por todo mi estómago.
Cuando la anciana se detiene.
- SE SUPONE QUE TU PUTRIDA ALMA ESTA AQUÍ- grito la anciana con gesto frustrado.
- Mi joven amo…sabía que esto iba a ocurrir- dijo Sebastian que venía caminando desde una puerta blanca- por eso hizo un pequeño trato conmigo- sonrió y se sentó en una silla invisible - por eso condeno a todos sus descendientes a que sus almas me pertenezcan, es decir, que su alma no está vacante- su sonrisa amable desapareció siendo reemplazada por una diabólicamente sexy ( Dios…me estoy desangrando y solo pienso en lo sexy que se ve…debo empezar a considerar mis prioridades…aunque eso se considera una ¿no?)
- Así que señorita…es su turno- me dijo Sebastian mientras me agarraba estilo princesa. No había tiempo para ruborizarme – aplique lo que le enseño el joven amo-
- Sebastian… mata a esa zorra y a su inservible esposo- dije con una frialdad que desconocía.
- Yes, my lady- al decir esto me puso en un grupo de plumas negras que se ocupaban por regenerar mi herida y cicatrizarla a una velocidad impresionante.
Vi como Sebastian se acercaba amenazadoramente hacia la pareja y sonreía diabólicamente (sexy).
Y me desmaye. Y solo recuerdo que la oscuridad me arrullaba en sus suaves y fuertes brazos.