Estaba oscuro, no se podía divisar ningún objeto entonces mi dedo meñique se puso en acción.
Tropecé con algo puntudo, con un balón, creo, y con un lindo nochero.
- Maldita sea la hora en la que el meñique acepto ser GPS en momentos como este- dije entre dientes mientras que oí una risita estúpida y sensual por parte de Sebastian.
Nos adentramos aún más en el sótano, toda la oscuridad se hacía más intensa, como una neblina que se acumula en un lugar cerrado.
- No veo nada- dije tropezando con la fuerte espalda de Sebastian.
- Agarra mi mano- susurro Sebastian.
Agarre su mano y con solo tocarla me sentía segura.
- Pero que hermoso- se escuchó una voz en el fondo del sótano-hace cuanto que no te das la oportunidad de estar con una mujer tan hermosa como ella Sebastian- de repente se encendieron las luces, y allí pude ver a un hombre alto más o menos de la altura de Sebastian, tenía el cabello largo hasta el cuello y desordenado y el cabello era blanco y sus ojos eran morados.
- Tanto tiempo Ash- Sebastian tenía la mirada hostil- ¿ya descubriste tu verdadero ser?- no entiendo a que se refería con verdadero ser.
- Si y te diré que me gusta más ser hombre que ser una mujer, evito cosas indeseables- se puso de pie y me observo – que hermosa criatura tienes al lado Sebastian- se acercó lentamente – que lastima que su alma sea tan impura y ya no esté en su lugar- se lamentó Ash.
- No te atrevas a tocarla Ash- dijo Sebastian con tono amenazante.
- Y si lo hago que, puede que su alma sea tuya…pero su cuerpo es de acceso público lo puede coger cualquiera- no sé qué ocurría pero solo sé que le había lanzado un puño en su carita de ángel constipado.
- Mira pedazo de imbécil- amenace- que sea la primera y LA ULTIMA VEZ que vea tu patético rostro, que oiga tu asquerosa voz sino quieres terminar como la mierda de cosa que eres- mi agresividad me impresiono ya que no soy muy agresiva.
- Que interesante… se puede ver que eres una personita diferente- se puso de pie y se tocó la estúpida nariz – no pensé que fueras a hacerme algún daño…pero veo que no…por ahora mi pequeña criatura te dejare en paz y no dudes que estaré vigilándote- volví mi rostro angustiado hacia Sebastian y vi que su mandíbula estaba apretada y su mano derecha estaba cerrada con fuerza- y para ti querido amigo…nos volveremos a ver en un encuentro un poco bélico- al terminar de hablar desapareció.
- Sebastian ¿estás bien?- lo mire con preocupación.
- Si no te preocupes- se puso a mi altura y beso mi frente con dulzura, ese solo gesto me hacía desbocarme de la cordura.
- Vamos a tomar un café- propuso Sebastian con alegría.
Salimos del hotel que ahora se había convertido en nuestro hogar junto a Purfuruberto.
- Me darías por favor un cappuccino y un croissant- dije mientras le entregaba la carta a la joven.
- ¿quiere que le ponga el nombre de su novio en el?- pregunto la joven con una gran sonrisa nostálgica.
- Si por favor- dijo Sebastian con una sonrisa – y para mí un té de frutos azules por favor-
- Está bien- respondió la joven
Cuando llego el pedido Sebastian me robo las DOS PUNTITAS del croissant.
- Porque eres tan cruel…eran las puntitas…son deliciosas y me encantan- dije con tono de tristeza.
- No soy cruel…solo que no quiero que te deleites con otras cosas que no sean mis labios.-
Sonrió y me dejo aún más confundida de lo que estaba.