★★[ Capítulo 4 ]★★

2.1K 257 87
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Mi Heroe 2

Pasado

Llegaba temprano de secundaria ir en ella era una mónada, sus amigos eran geniales y lo apreciaban.

- Bienvenido a casa, amor - saludos una pelinegra con una sonrisa al ver a su hijo.

- Estoy en casa, mamá - sonrió el pelinegro.

- ¿Cómo estuvo la escuela? - pregunto mientras le servía un gran trozo de carne y vegetales a su pequeño.

- Me esta yendo genial mamá, aunque mis amigos pelean mucho - dijo mientras comía.

- Pelear no es bueno cariño, puedes lastimarte bebé - dijo la mujer sonriendo - y ¿Hay alguien que te guste? - pregunto curiosa.

- Eh... bueno... es un poco complicado - dijo dejando de comer.

La madre de Eijirou lo observo, de estar feliz a estar triste.

- ¡Lo siento, mamá! - dijo cabizbajo.

- ¿Por qué? - preguntó confundida.

- Yo... lo siento mucho, no se ni como paso pero por favor no me odies - dijo preocupado por lo que su madre pudiera decir.

- Hijo, estas preocupándome - ella estaba asustada.

- Es... que... - mordió su labio haciéndolo sangrar.

- Amor, sea lo que sea siempre te apoyare, porque eres mi hijo y porque te amo - ella sonrió para darle seguridad.

Suspiro tratando de relajarse, miro a su madre y pidió que no lo odiara, ella era su todo.

- A mi no me gustan las chicas - desvío la vista avergonzado, su mamá se sorprendió - yo... lamento ser diferente, lamento no ser como te gustaría que fuera - dijo sollozando.

- Mi amor - la mujer lo abrazo - te amo, pequeño mi pequeño - acaricio su lacio cabello.

- Mami, ¿Tu... me odias? - pregunto nervioso, la mujer lo alejo un poco y Eijirou se asusto.

- Eiji, mirame - pidió suavemente.

Kirishima levantó la mirada y se dio cuenta que su madre tenía una sonrisa y no una cara de molestia o asco, eso lo tranquilizo.

- Te amo, eso no va a cambiar aunque te falte la cabeza - bromeo la mujer.

- Así estaría muerto mamá - sonrió antes lo dicho por su madre.

- Hijo, el punto es que no hay problema con quien andes mientras no salgas con un vejestorio porque ahí si jovencito tu trasero conocerá mi chancla - advirtió apretando la mejilla de su hijo.

- ¿Qué tan vejestorio? - pregunto curioso mirando a su madre.

- Siguele - le sacó la lengua.

Estaba muy feliz, contarle su secreto a la persona más importante lo hacía sentir especial.

A Eiji le hubiera gustado conocer a su padre pero murió en batalla ya que era un militar, oh bueno eso fue lo que su madre dijo.

- Amor ya que estamos en confesiones, quiero decirte algo - dijo sonriendo - estoy saliendo con alguien y me gustaría que lo conocieras - se sonrojo.

- Siempre y cuando te trate bien, por mi esta bien - Eiji sonrió.

Lo que ninguno de ellos sabía es que cuando ese hombre cruzo la puerta, el mismo demonio había entrado a su casa.



Presente

Eijirou miraba al joven que lo salvo, se puso de pie y observo la escena aterrado, retrocedió asustado hasta chocar con la pared, cubrió su rostro y empezó a sollozar cada vez más fuerte, se sentía tan débil.

- Pagaras... por... esto... mo... mocoso - el hombre se quejaba en el suelo.

Ambos jovenes miraron como se iba, sostenía uno de sus costados, se quejaba del dolor y maldecía a ambos.

- Maldición, tendré que limpiar - dijo molesto viendo la banqueta llena de sangre, se dio la vuelta y miro al joven - ¿Estás bien? - pregunto acercándose al chico, lo miro de pie a cabeza y se dio cuenta que era un doncel, talvez ese era el motivo por lo que ese tipo lo buscaba.

- ¿Eh?, si, estoy bien - contesto nervioso.

- En que lio me metí, esto me pasa por ser buena samaritano - suspiro sin dejar de ver al chico, era muy lindo.

Eijirou se alejo por instinto, estaba asustado pero ese chico le transmitía confianza, además de ser muy guapo.

- Bakugou Katsuki - dijo mientras lo tomaba del brazo y lo metía en la tienda.

Kiri recordó que el joven rubio se había presentado sería una falta de respeto si el no se presentaba.

- Kirishima Eijirou - dijo más tranquilo.

Se observaron por varios segundos hasta que Eiji desvío su vista sonrojado, no podía enamorarse a primera vista, ¿Verdad?.

- Cuando te sientas mejor, largate - dijo serio volviendo a su trabajo.

"Eso no fue nada lindo" pensó el pelirojo.

Eiji bufo pero no contesto, ahora que se detenía a pensar, se daba cuenta que tenía que volver a su casa por la mochila y por el tesoro de su madre.

- ¡Gracias, Bakugou-san! - hizo una pequeña reverencia sonrojado.

- Quita el -san, no soy tan viejo - se quejo.

- Esta bien, Bakugou-kun - sonrió un poco para molestarlo.

- Idiota - suspiro molesto - ahora largo - lo corrió, soltó una risita y salió, al hacerlo escuchando como regañan al rubio.

- Te lo mereces héroe amargado - suspira y empieza a caminar, cuando corría ni cuenta se dio hacía donde lo hacía.

Camino varias calles hasta llegar a su casa, la puerta estaba abierta así que se acerco tratando de no hacer ruido, recordaba que el tesoro que su madre le dio debería estar en la sala ya que se le cayo cuando lo aventaron al piso.

Abrió l puerta lentamente y empezó a temblar, cubrió su boca asustado, nunca creyó que vería eso.



Continuara



Pocos cambios como prometí

Superando el DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora