{parte narrada por Joaquín}
La misa Dominical paso lenta y monótona, el mismo discurso cansino de apelar a nuestro señor por cualquier problema por mínimo que este fuera, el sermón del padre Miguel se extendió más de 20 agonizantes minutos, debido a los invitados que teníamos presentes, pues les dirigió palabras en medio del sermón y aquello era una eterna condena.
Finalmente, la misa acabó, el día afuera estaba coloreado de gris, había viento helado soplando, llevándose unas cuantas hojas de los grandes árboles en su paso, nublado como los ojos tristes de las estatuas de mármol que nos contemplaban desde lo alto de la parroquia.
Mis mejillas se entumecían con el correr del feroz viento, estaban sonrojadas y mis labios relucían en morado, la sotana no era exactamente una prenda fresca, de hecho, traía calor a mi cuerpo, pero el viento era tan bravo, que las heladas sensaciones lograban pasar atraves de la negra tela.
Sebastián tenía una bufanda azul marino alrededor de su cuello, Nico usaba guantes color gris mientras se abrazaba así mismo, dando largos pasos, yo no tenía nada puesto para soportar el frió, después de todo no le tome importancia al pronóstico del clima, pero ahí estaba, un día helado y gris.
Quizá no había nieve, pero se sentía como si en cualquier momento, el blanco cubriría el lugar, los jardines del internado lucían más lúgubres que de costumbre, si un cementerio lucía desolado, este día san Javier lucia... vacío y desconsolado.
Los chicos y yo caminábamos lo más rápido que podíamos los metros que nos separaban del internado, pensando en la noche anterior, la verdad es que, no pude dormir mucho, fue emocionante y la música llena de nuevo espacios que mi alma necesitaba llenar.
Sin embargo, había miles de cosas dando vueltas en mi mente, dudad e inquietudes que tenían nombre y apellido, las preguntas que quería hacerle, Sebastián dice que no hay misterio, pero yo digo que no solo lo hay, sino que, necesita ser desenterrado.
Al llegar a mi habitación esa madrugada, me encontré vagando por rincones de mi mente, que no había visitado nunca, me encontré fluyendo en un rio de sensaciones que parecían recién despertar, ¿Qué me mueve a esto? ¿es solo amor por la música? ¿o desesperadamente quiero que 'el' pueda tocar el piano, como si se tratara de un placer para mí mismo?
[...]
{Narrador Homonimo}
Al fin llegaron al edifico, fueron directamente su habitación (sebas fue con ellos, por supuesto) al abrir la puerta rápidamente Nico se deshizo de sus guantes
—mierda, hace un frio horrible—dijo yendo por un poco de ropa a sus cajones, se cambiaría la sotana ya que era domingo y solo debían usarla para la misa matinal, después tomaría el resto del día para dormir un poco, ya que la clase de piano de anoche acabo a la una de la mañana y ellos habían sido despertados para el desayuno a las 6 y después habían estado de 7 a 8:30 en la condenada misa.
Nico se vistió con sus jeans rojos y se colocó una sudadera negra con la inscripción ''Hogwarts'', tenía capucha y le quedaba algo grande—mucho mejor—suspiró—ahora par de idiotas, déjenme dormir un poco—se recostó en su cama y se tapó hasta la cabeza
—no seas un flojo—dijo sebas sentándose en la cama de Nico, el busco su estómago para hacerle cosquillas—dijiste que iríamos por chocolate caliente a la cafetería—
—basta no, ¡cosquillas no! —Nico se retorcía bajo las manos de sebas, después se puso como un cachorro molesto—basta, ¡quítate idiota!, no quiero, tengo flojera—
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La sinfonía de lo divino
FanfictionAU, de internado católico, donde Joaquín es obligado a entregar su vida a la religión y Emilio es el protegido del padre superior. ''nunca hubo dos almas más destinadas a encontrarse'' Advertencia: -se tocan temas religiosos, en ningún momento es pa...