Cap 37; almas y mártires

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Joaquín salió de su habitación, con sus pijamas puestas, sus botas cafés y una sudadera negra encima, no podía dejar de pensar en Emilio, necesitaba saber que estaba bien, seguía sin haber respuesta a sus mensajes y estaba realmente desesperándose ahora.

Ni siquiera lo pensó dos veces al ver que las luces de las farolas habían sido ya apagadas, la oscuridad era densa y el sonido de los búhos llenaba el aire, no debía tener miedo, aceleró su pasó bajando las escaleras de su edificio lo más rápido que pudo para cruzar el jardín principal, en este punto se odió por haber olvidado traer su teléfono para poder alumbrar con la linterna

Joaquín caminó hasta llegar a la parroquia, después había que salir por un lado para llegar al sendero, pero justo antes de que cruzara por el jardín lateral, un olor fuerte a tabaco inundó sus fosas

—hey...Joaquín—la voz era familiar, aunque sonaba un poco apagada, estaba oscuro, pero la luz de la luna alumbraba el cabello rubio de Ian, estaba sentado en la banca de piedra, con un cigarrillo entre los labios

—Ian—Joaquín se acercó al rubio, poniéndose de pie frente a él—¿Qué haces aquí, tan tarde?

Ian miraba hacia el cielo, la atmósfera de repente se volvió oscura a su alrededor, nada tenía que ver con la poca luz esta vez, era algo triste de percibir—estaba mirando las estrellas...y fumando, claro

—¿no tienes frío?

—no siento nada

Las declaraciones del rubio eran un poco extrañas, y también, no tenía el mismo tono descarado en su voz

—uhm...bueno, voy a seguir, tengo que...

—¿A dónde vas? —Ian preguntó de inmediato, su voz y rostro seguían apagados, inexpresivos

—iré a ver a Emilio

Ian no miraba a Joaquín a los ojos, se puso de pie esta vez, arrojando el cigarrillo al suelo y aplastándolo—no iría ahí si fuera tú

—¿Por qué lo dices?

—¿quieres un reporte por estar fuera de la cama?

—no creo que Emilio haga una cosa como esa...

—¿y qué tal el padre Damián?

Joaquín levantó una ceja con algo de sorpresa—no sabía que había vuelto

—supongo que lo anunciaran mañana...—Ian comenzó a caminar hacia los edificios del internado, iría a su dormitorio ahora, a despejar su mente un poco...después de todo, tenía algunas cosas que pensar y también muchas que quería olvidar, se estaba sintiendo enfermo, pero por otro lado...por fin le darían lo que tanto quería desde que llegó ahí

Pero después de dar solo unos pasos, se detuvo súbitamente—¿sabes?...demasiada confianza en alguien es también un error—el rubio no se giró a verlo, solo le dijo aquello y siguió caminando

—¿Por qué me dices eso? —dijo Joaquín en voz alta para que lo escuchara

—no lo sé

El rubio se fue desapareciendo en la oscuridad del sendero, Joaquín se quedó algunos minutos pensando...pero tampoco encontraba algún trasfondo para lo que Ian le había dicho, quizá había tenido alguna especie de pelea con Eban, quien sabe

Pensó que podría ir y llamar a Emilio por teléfono para decirle que estaba afuera bajo su ventana, pero decidió que no lo haría, así que regresó a su habitación, lo vería mañana en las oraciones y todo estaría bien

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora