Cap 38; Apocalipsis

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—tengo algo que decirte.

Joaquín seguía recostado en el hombro del rizado, al escuchar esas palabras levantó su cabeza y miró el perfil de Emilio, mordía la parte inferior de su labio y jugaba con sus manos nervioso

—puedes decirme cualquier cosa...

—lo sé—Emilio miró hacia abajo, tragó saliva y después tomó la mano de Joaquín para entrelazarla con la suya—no quiero que te enojes conmigo

—no lo haré, tranquilo—Joaquín apretó su mano sonriendo con calidez, esperando a que Emilio se volteara a verlo

Cuando por fin lo miró a los ojos, sintió que tenía el valor para decirlo.

—Quieren que me vaya lejos—dijo simplemente, y después cerró los ojos—a Italia

Joaquín no entendía bien, estaba aun tratando de procesar sus palabras—pero...¿Quiénes? ¿Por qué? ¿Cuándo? Yo...

—llevan meses planeándolo, el padre Damián...solo debo firmar un documento y será un hecho

Silencio, y la tensión pesaba en los hombros de ambos

—¿Por qué no me lo habías dicho? —Joaquín sonaba molesto, y Emilio podía entender que lo estuviera

—Tenía miedo—La voz de Emilio sonaba frágil, escucharlo suavizo un poco el enojo que Joaquín sentía

Emilio se hizo pequeño, abrazando sus rodillas

Joaquín suspiró— ¿a que le tenias miedo? —su tono siendo un poco más comprensivo, quería cuidarlo, llevó su mano a la espalda del rizado para confortarlo, la acaricio de arriba abajo, sintió como Emilio se removió ante su toque, soltando especie de quejido y cerrando los ojos con fuerza, como si algo le causara dolor, pero no lo detuvo, dejó que Joaquín siguiera acariciando su espalda

Emilio habló entrecortadamente—yo...temía que si te lo decía se hiciera real

Joaquín lo pensó unos segundos—entonces ¿es algo que no quieres?

—no quiero irme...lejos de ti—Emilio ahora escondió por completo sus rostro entre sus rodillas—y tampoco quiero que estés enojado conmigo

No se supone que a Joaquín le diera tanta ternura, pero no pudo evitar sonreír—no estoy enojado Emi

Al escuchar su apodo, Emilio sonrió, Joaquín no pudo verlo, pero ahí estaba

—no voy a firmar, no quiero hacerlo, quiero que lo sepas

Joaquín tocó el hombro de Emilio—¿puedes mirarme?

Emilio sacó su rostro de entre sus rodillas y miró a Joaquín

—nos iremos de aquí, pero será juntos—Joaquín dijo

Emilio asintió, mostrando que entendía y estaba de acuerdo

—¿promesa?

Emilio volvió a asentir a las palabras de Joaquín—¿Cómo se sella una promesa? ¿Deberíamos hacer eso del dedo? —el rizado habló con genuina duda

Joaquín no lo pensó mucho esta vez

—en italiano

Emilio sonrió estirando sus labios cerrados—de acuerdo

—tendrás que decirme que decir

Se tomaron de las manos, hincándose frente a frente

—esto parece más un juramento—Emilio rio por lo bajo

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora