Cap 31; la guerra y la paz

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El lunes había sido un día hermoso, la tarde la pasaron abrazados en aquel granero, para después regresar y tener unos buenos momentos con sus amigos

Nico y sebas los molestaron todo el tiempo sobre a donde habían ido y que habían estado haciendo

Joaquín solo se sonrojaba y apretada la mano de Emilio bajo el agua, el rizado solo sonreía cerrando los ojos

Después de eso, la cena fue agradable, Emilio realmente disfrutaba no tener que ser quien dirigiera las oraciones, incluso comenzaba a hablar con algunos alumnos de la sección 'C', las cosas tomaron un buen rumbo, y ahora se sentía en realidad comprendido y perteneciente

Tenía a Joaquín, a Sebastián, a Nicolás y también al padre Miguel...que le sonreía desde la mesa de los curas siempre, asintiendo con su blanca cabeza cubierta en canas hacia él, como si las cosas fueran justo lo que debían ser

Y esa noche de lunes, Emilio habló con Joaquín por teléfono hasta quedarse dormido

El martes fue otro buen día, no hubo nada fuera de lo usual, clases, oraciones, almuerzo, oraciones, cena...y claro, el castigo de Joaquín

Su castigo de limpiar mesas junto a Ian duraría una semana después de todo, por lo que el próximo sábado seria el día que aquello terminara

Pero lo curioso fue que Ian no actuó odioso esa noche tampoco, de hecho, no le dirigió la palabra durante todo el tiempo que estuvieron limpiando, ayudó en lo que pudo, incluso hizo más de la parte que le tocaba, también le dijo a Joaquín que podía irse temprano si eso quería y él se encargaría de sacar las bolsas y cerrar

Extraño, muy extraño, y Joaquín comenzaba a ponerse de nervios.


Miércoles

—muchísimas gracias señor Torres—el padre Miguel colgó el teléfono, garabateaba sobre algunos documentos en su escritorio, las cosas económicamente habían estado caóticas, de un momento a otro, las contribuciones de la familia Blancarte habían parado de llegar, tenía tiempo que quería tratar ese tema, pero lo discutiría una vez que el padre Damián regresara

El hombre mayor se quitó los lentes para tallar sus ojos un poco, suspiró cansadamente, estaba a punto de ordenar todo lo que tenía sobre su escritorio de madera, cuando el teléfono sonó de nuevo

El padre miguel lo levantó con pesadez, pero antes de que pudiera decir algo...

Escuchó la voz del padre Damián y no estaba contento...al menos no sonaba así

—Miguel—le dijo con voz fuerte a través de la línea—necesito una explicación

—oh...amado padre Damián, ¿Cómo le está yendo en su...?

—cállate—le cortó el joven hombre—quiero que me digas en este momento, quien te dijo que podías dejar que Emilio abandonara sus obligaciones de ese modo—su voz era alta y sonaba demandante

—padre—el hombre mayor tragó saliva—quería comentarle sobre esto...vera, yo creo que Marcos necesita...

—¡tú no sabes lo que necesita!, lo que si sabes es que es incorrecto lo que haces

—pero padre Damián, Marcos en serio se ha visto mejor estos días

—no quiero oír una sola palabra más sobre esto, es obvio que el pecado se disfruta, pero mi niño es puro y así debe permanecer

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora