Cap 29; Evangelios

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{Narrador homónimo}



—amado padre...—Ian comenzó, malhumorando más al hombre ante el apodo—hay algo que debe oír, sobre Marcos y Bondoni—

La respiración del hombre pareció detenerse por algunos segundos, unos fugaces, porque la parte irracional de sí mismo tembló ante las ideas que pasaron por su cabeza al escuchar aquellos dos apellidos

Hubo silencio

—¿amado pa...?—

—habla de una vez—dijo el hombre, su tono era hostil y esto ya no era un juego

Ian pudo percibir el cambio en su voz por la sensación que llegó a su estómago, tragó saliva para comenzar a hablar...

Le contó todo, al menos todo lo que él sabía, lo que había visto, le habló de los toques de manos, los mensajes en el teléfono, le dijo que Bondoni estaba en 'su' lugar con Emilio esa misma noche, le contó de los almuerzos que pasaban juntos, le dijo que por alguna razón Emilio ya no dirigía las oraciones, no lo cubría en las juntas matinales, no asistía a las reuniones sabatinas...

La rabia crecía dentro del padre, se comenzó a sentir hecho a un lado, allá en su delirio, en su mente... estaban pasando por encima de su 'autoridad' de su derecho...de su propiedad. Colgó el teléfono sin esperar a que Ian terminara su relato, ya lo podría llamar luego.

Y ahora en definitiva tenia asuntos que tratar con el padre Miguel.

Sintió la presión llegar a su cabeza, arrugó su entrecejo y cerró los ojos, entró en una catarsis en ese momento, apretó los dientes y de un movimiento brusco, se levantó de la silla donde estaba sentado, tirando cada una de las cosas que había en la mesa en el proceso, el hombre sujetaba su cabeza

Su mente completamente podrida, el dolor en sus cienes se asemejaba al de su corazón, se hincó en el suelo, su vista nublada y de repente, sus ojos se quedaron quietos, mirando en una sola dirección...

—ven...—comenzó a murmurar, un cambio en su tono de voz que esta vez se tornaba dulce y apaciguado—como te extrañé pequeño...—su voz era un poco más aguda

Se quedó ahí murmurando cosas sin sentido, diciéndolas al aire, como si hubiera alguien acompañándolo

Y como cada vez que entraba en ese estado, buscó su libreta...y comenzó a escribir.


[...]

6 am del Lunes

Emilio abrió los ojos con lentitud, observó hacia la ventana de su habitación, la poca luz que entraba por entre las cortinas lo hizo saber que estaba amaneciendo, quiso estirarse, pero enseguida notó que había peso sobre su pecho

Volteó su rostro hacia abajo, la punta de su nariz tocó un poco de suave cabello castaño, y enseguida recordó los eventos de la noche pasada...

Fueron como flashazos en su mente, había dos cuerpos en la cama, los cubría una estela de luz plateada, había calma, había calidez, eran Joaquín y él

Emilio estiró un poco el cuello para observar mejor el rostro del chico dormido sobre su pecho, acomodándose un poco, con cuidado de no moverse muy bruscamente para no despertarlo

Cuando estuvo medio sentado, recargado en sus almohadas, se tomó su tiempo para observarlo

Joaquín tenía una de sus manos recargada en el pecho de Emilio, apretada en un pequeño puño, a veces sus dedos se movían un poco, con cada pequeño suspiro que daba entre sueños

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora