Cap 33; Templos en ruinas

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Joaquín caminaba por un sendero de piedra, la neblina dejaba apenas ver las siluetas de los altos pinos esparcidos por el lugar, vestía su sotana y apretaba su teléfono en su pecho.

Había recibido un mensaje de Emilio: ''ven a la banca al final del sendero''

Su corazón latía rápido mientras la neblina se hacía más espesa cada vez, volviendo imposible poder ver algo ahora, ante la penumbra, Joaquín se detuvo.

—Joaquín...

Escuchó a una voz decir, la reconoció enseguida, pues hacia que sus mejillas se tornaran cálidas

—Emilio...

El de rizos salió de entre la neblina, le sonrió al verlo, y extendió su mano hacia él

—es para ti—le dijo mostrándole una pequeña flor blanca

Joaquín tenía el rostro color carmesí, tomó la flor de las manos de Emilio y la olio—gracias...

—es mi despedida...

Joaquín iba a decir algo más, pero lo que escuchó lo dejó paralizado

—espera... ¿despedida?, ¿de qué hablas?

—ya no puedo hacer esto, no está bien

—no hables así...por favor Emi...

—deja de llamarme así...

El aura de Emilio era ahora oscura y fría, parecía una persona completamente diferente

El rizado iba a darse la vuelta, pero Joaquín lo sostuvo del brazo

—no, espera...yo te...

—suéltame, dos hombres no pueden ni deben...

Joaquín quería llorar, él iba a hacerlo, ¿Por qué Emilio había cambiado? ¿en qué momento ocurrió?, no podía estar pasando. Las lágrimas comenzaron a salir sin permiso, humedeciendo las mejillas de Joaquín, abría la boca para hablarle, pero no salía sonido alguno

Emilio se zafó bruscamente de su agarre, y se alejó...y él solo lo observó alejarse, seguía llorando y ahora no podía parar de intentar gritar...

Su silueta se hacía más lejana...

Y más lejana...

—¡Joaquín, despierta! —era una voz Familiar...—¡JOAQUIN!

Entonces, Joaquín abrió los ojos.

Estaba en su habitación, Nico lo sacudía de un hombro para tratar de despertarlo, el sudor empapaba su pecho, pronto se incorporó sentándose en su cama y frotando su rostro con sus manos, Nico se sentó también, notando entonces que su amigo parecía agitado

—¿estás bien, guapo? ¿Qué soñabas?

—yo... —Joaquín se talló los ojos, sintiendo que tenía lágrimas en ellos y el rostro húmedo—¿en realidad lloraba?...

—lo hacías—Nico tomó un pañuelo de la cajita que estaba en la mesa de noche y comenzó a limpiar las lágrimas de Joaquín—y también abrías la boca...como si quisieras gritar—

Joaquín se dejó limpiar y también pensaba en el sueño que acababa de tener...se sintió tan real, el dolor de verle irse...fue demasiado y eso lo asustó, porque ahora entendía que, de perderlo, el sentimiento seria insoportable.

Tenía sentido ser un poco pesimista al respecto...después de todo, ¿Qué pasaba si su madre lo sacaba de este lugar, iba a una escuela normal y decidía su vida por su cuenta...pero Emilio no?

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora