—No entiendo por qué debemos traer a mi hermano y a sus amiguitos a la escuela— protesto de nuevo el azabache.
Sasuke le lanzó una ruedita de cereal.— por qué él si nos quiere— y le mostró la lengua.
Gaara iba rezando y Naruto miraba a su prometido. Pensando en que cuándo crecieran lo llevaría a muchos lugares, a esos que Itachi y Deidi iban, al cine, al teatro, a comer y a ese lugar secreto de cinco letras que aún no lograba descubrir.
Sasuke se sentó y le sonrió a su príncipe prometido azul.
—Mi mami me guardo para el desayuno un emparedado de pollo y agua en un termo para una sopa de ramen para ti. — las mejillas del azabache se tiñeron de color rosita. Naruto se acercó y le dio un besito en la mejilla en agradecimiento por el detalle.
Itachi miro por el retrovisor y también sonrió porqué se vengaría de su hermanito —¡Hey!,¡Hey Uzumaki! Más lejos del chamaco, nada de demostraciones de amor en la parte de atrás.
Naruto se alejó de inmediato del azabache.
Sasuke miro ceñudo a su hermano —le diré a papá que le has pegado a Deidi dos veces,¿Crees que no se qué mamá no le dice nada?
—Naruto puedes acercarte, solo no te pases de listillo— Deidara negó por qué su novio siempre perdía contra su hermano.
Deidara elevó una mano y miro a su próximo cuñado— me gusta tu actitud niño, dame esos cinco.
—¡Ahí va Sai!— grito Gaara y se escondió.
Deidara miro al niño pelinegro analizando cada aspecto. —Se ve algo extraño, pero cada quien sus gustos.
Se estacionaron y los tres mocosos descendieron del auto y luego Deidara bajo y le pidió a Itachi que esperará. El pelinegro le miró confundido por qué no sabía de los planes de esos cuatro.
—Cuando vuelva te explico. —le guiñó un ojo antes de partir con los niños.
—¿Crees qué el Dios Deidi pueda con esta misión?—susurro el pelirojo, Sasuke asintió serio.
—No es misión bobo, es un milagro, los dioses hacen milagros y para ellos nada es imposible.
Naruto se acomodó la mochila de Sasuke sobre el hombro y asintió en total acuerdo con su novio-prometido- futuro esposo.
Deidara observó a lo lejos al chiquillo pelinegro —Bien, déjenme esto a mí— y se alejó hasta quedar parado frente el chiquillo de cuarto grado.
Sai elevó la mirada y parpadeó. La expresión seria y en espera por saber lo que ese señor quería.
Deidara miro el dibujo y elevó una ceja. —Necesitas más rojo en sus ojos.
Sai miro su dibujo y de nuevo al rubio frente a él. —Desde aquí no se le ven los ojos tan rojos cuando se enoja.
Deidara le sonrió —creeme cuando se enoja no solo se le ponen rojos los ojos, prácticamente exhala fuego por la boca y las orejas son de un rojo bermellón horrible.¿Por qué lo dibujas?
Sai lo miró curioso.— por qué se ve feo cuando se enoja y casi no tengo emociones de ese tipo dibujadas.
Deidara rió —nunca le digas eso ni a él y menos al niño rubio a su lado.
Sai solo asintió —¿Que quiere señor?
Deidara dibujo una sonrisa en su rostro.
—¿Ves ese chiquillo de cabello rojo y ojos bonitos?
Sai asintió.
A lo lejos los niños simularon ver las nubes cuando el pelinegro los miro.
—¿No te parece bonito?
—Sí
—¿Entonces por qué no vas y se lo dices?
Sai se mordió el labio. —pero soy más grande que él
—ugh, eso no importa niño, aprovecha.
Deidara detecto la duda en el niño.
—Bueno, sí tú no vas, le conseguiré un novio.
Sai frunció el ceño —¿Y usted quién es?
Deidara elevó los hombros —para esos niños un mensajero con algún poder, le gustas al niño rojito. Y no me gustaría decirle que al parecer a ti no.
—pero, sí me gusta señor.
—pero no parece mocoso.
Sai busco en su libreta y corto un dibujo para después entregárselo.
—¿Puede darle esto por favor? Prometo decirle.
Deidara se alejó y miro el dibujo, en el estaba Gaara en medio de flores y mariposas con un sol de fondo que brillaba al parecer feliz.
(Fue el día que Gaara llegó a la escuela)
Sí, muy cliché. Pero a mí así me gustó.
Chic@s quiero avisarles que las actualizaciones a partir de aquí serán lentas.