Gaara llegó a la escuela un día soleado. Las mariposas del jardín eran de color amarillo y las flores habían florecido. Era algo tan místico qué era difícil de explicar. Era como un capricho de la naturaleza por qué no era precisamente primavera como para que todo aquello sucediera.
Gaara llegó y todos los niños babearon. El pequeño niño tenía una belleza exquisita. Algo que solo se había visto en dos niños de aquella institución. En Naruto y en Sasuke.
Naruto de ojos azules enigmáticos piel caramelo y de cabellos rubios.
Sasuke de orbes oscuras, piel lechosa y cabellos negros-azulados.
Y ahora Gaara de ojos color agua marina, piel blanca y cabellos rojizos.
El día que Gaara llegó,le sonrió a Naruto y el blondo le devolvió la sonrisa.
Por qué el día que Gaara llegó Sasuke no asistió a la escuela y entonces todo sucedió.
Dicen las sabias abuelas que por algo pasan las cosas. Y bueno Sasuke faltó a la escuela y las cosas sucedieron.
Naruto siempre ha sido un niño respetuoso, amable,alegre y por sobre todo social. Y era algo de esperarse que el pequeño niño de ojos azules se acercara al niño nuevo para darle la bienvenida. Aquel día Gaara hizo un nuevo amigo, por qué trabajaron en equipo, tomaron el desayuno juntos y jugaron el sube y baja juntos.
Gaara no ocultó su sonrojo cuándo Naruto se agachó para atar los cordones de sus tenis.
Iruka miró preocupado todo aquello. Le otorgaron hacerse cargo del grupo de tercer año y por lo tanto tenía a cargo a esos dos niños que se profesaban un cariño incondicional, a esos dos niños que tenían un lazo extraño. Y no es que estuviera sucediendo nada con el niño nuevo. Pero sabía qué Uchiha Sasuke no vería con buenos ojos aquella recién nacida amistad.
Se mordió el labio. ¡Tenían ocho años! Y a él ya le estaban estresando esos temas. Suspiró. Necesitaba ayuda, necesita un consejo. Miró hacia el salón de quinto grado y pensó en Kakashi.
No. Su novio vería aquello como algo digno de disfrutar. Y no es que Hatake odiara a los niños, era solo que le estresaban un poco y tener un poco de drama le vendría bien aunque la procedencia de su diversión tuviera ocho años.
Esperaría a mañana. Esperaría para obtener los resultados. Mientras continuaría mirando a esos dos niños que sonreían felices mientras Naruto empujaba por la espalda a Gaara para ganar altura en el columpio.
¡Woaaaa!
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