Capitulo 4

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-Pudiste matar a la pobre joven- murmuró el ángel bajando del Betley molesto y llevando consigo dos nuevas plantas. Crowley puso los ojos en blanco. 

-El semáforo estaba en verde- gruñó el demonio antes de sentir que algo no iba bien. -Ángel, ¿sientes eso?- dijo volteando a ambos lados de la calle. 

-¿Amor?- dijo el ángel con una sonrisa -Es la primavera, crowley queri...- pero no era la primavera. Los destellos de amor pronto se apagaron para dejar paso al miedo. Azirafel no estaba preparado para la persona que afuera de su librería sostenía una caja y tenía expresión de querer estar en cualquier otra parte. 

-Gabriel- dijo el ángel con un nudo en la garganta tratando de parecer natural -Qué sorpresa- y vaya que lo era, las dos plantas en ese momento habían terminado en el suelo, las macetas en pedazos. Mientras Azirafel de forma automática abría la puerta de la librería pensó en todos los escenarios antes practicados, habían tenido simulacros, palabras clave por si ese moemento llegaba y ahí estaban, Azirafel parado con dos macetas a los pies y más pálido que una nube mientras algo en la cabeza de Crowley trataba de dejar de echar chispas. 

No, no era una visión. Era el mismo maldito árcangel que había ordenado a Azirafel cerrar la boca y morirse de una vez. Y no, tampoco fue una visión aquel momento donde Crowley le había saltado encima  al arcángel enviándolo dentro de la librería  mientras Beelz luchaba por salir del traje del hombre. Había sido una pésima idea meterse en el bolsillo, pero quién iba a imaginar que Gabriel no se le iría a los golpes al demonio y en vez de eso se limitaría a protegerse el rostro. Con agilidad, Beelz  salió y fue a dar al techo justo antes de que Crowley le propinara a Gabriel un puñetazo en el pecho, sin duda pudo haberlo matado. Iba a hacer acto de presencia cuando se contuvo al observar al ángel, a su consideración, era menos impresionante de lo que recordaba, llevaba el mismo atuendo de siempre aunque a su parecer tenía un kilo de más. 

-¡Basta! ¡CROWLEY!- Beelz habría levantado una ceja, de haberla tenido, al contemplar la escena. Esperaba que el ángel sacara una espada o algún artilugio para cegar la vida de Gabriel... o al menos para dejarlo en el piso mientras ellos escapaban. Sin embargo, sintió una chispa encenderse cuando el ángel atrapó con sus brazos la cintura de Crowley -¡Ya, ni siquiera te ha hecho nada!- La curiosidad empezó a extenderse como una enredadera dentro de su pecho, la misma que lo había hecho caer por preguntar y por querer ir más allá de los límites. El ángel prácticamente trataba de controlar a su... a su compañero defendiendo a Gabriel ¿Por qué? Prácticamente habían venido para matarlos y hacerlos sufrir mientras los mataban. Azirafel había sido condenado a muerte por Gabriel y bueno... Todos sabían que no era el mejor jefe del mundo. De haber sido otro lo habría matado. Pero no Azirafel. Beelz se quedó quieto sin despegar la vista. 

-¡No nos ha hecho nada aún!- dijo Crowley mirando de reojo a Gabriel, quien se encontraba desorientado, tenía un hilo de sangre bajando por la nariz y otro más en el labio inferior. beelz notó que eso no era lo preocupante, sino un enorme hematoma que se extendía por su ojo derecho. Eso debió de doler, pero no tanto como... Beelz hizo un sonido, lo suficientemente alto para que el demonio Crowley lo escuchara. 

-Si hubiera venido a matarnos no habría venido solo- se excusó Azirafel con la voz firma y tomando por los hombros a su prometido. Beelz trató de ocultarse en alguna rendija. -Y no hay demonios, ambos sentiríamos la presencia de otros pero no, solo es Gabriel- Crowley miró a su prometido con una expresión de dolor y al mismo tiempo como si hubieran cambiado al ángel por una especie de alieenígena. 

-¡¿Estás loco?! Él trató de asesinarte- Crowley luchó para que el ángel lo soltara, estaba planeando mil maneras distintas de arrancarle las alas cuando Gabriel, de modo patético empezó a hablar. 

Demasiado bueno para ser verdad (Beelz x Gabriel Good Omens)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora