Capitulo 13

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Perdonen por los inconvenientes, subí según yo el capítulo en la tarde debí de checarlo mejor y respaldar pero estaba usando una compu de mi trabajo, perdí mi progreso y tuve que reescribir todo... Una disculpa u.u incluso por los errores y todo no saben lo bien que se siente que a alguien le guste leer este desastre que amo. 


En sus pesadillas Gabriel colgaba las estrellas mientras ella miraba. En sus pesadillas sobre el pasado él le ofrecía colgar una y ella se negaba mientras miraba a un lado, al hermano mayor de Gabriel enfocado en las órbitas estelares. Ella preguntaba qué eran y él respondió que un regalo. No codiciaba las estrellas en ese entonces pero había empezado a desobedecer las órdenes luego de juntarse con Luzbel  y los chicos; ella había empezado a cuestionar aún cuando Gabriel le pedía que no lo hiciera; ella no lo escucharía ¿Por qué habría de hacerlo? 

-Si dejas de verlos te dejaré colgar una estrella

-¿Yo para qué quiero colgar una estrella? Ese es tu trabajo

-Entonces te daré un regalo- y cuando lo recibió supuso que todo cuestionamiento se iría, que las alas del pequeño insecto que Gabriel había hecho para ella serían suficiente juego para distraerla de los demás ángeles que planeaban un "motín". La palabra era curiosa. Ni siquiera cuando Gabriel intercedió por ella para estar todo el tiempo a su lado funcionó. 

A ella no le gustaba el vacío donde Gabriel estaba acostumbrado a trabajar, ella se aburría y era mala calculando las órbitas, extrañaba sus flores y los jardines donde corrían los animales. Su corona empezó a secarse. No pidió otro regalo, su pequeña mosca era más que suficiente. Empezaba a desencajar en el cielo pero Gabriel se negaba a admitirlo. Se negaba a verla cambiar y ese fue su error, no querer cambiar.

Quizá por eso la dejaba caer en sus sueños. Porque Gabriel sabía que el ángel del pasado había desaparecido. Quizá por eso no fue a buscarla y prefirió el olvido, porque incluso antes de la caída había ciertas cosas que era mejor que no se tocaran 

*+*

A Beelz le gustaban las tormentas, o eso había pensado hasta encontrarse en medio de una calle vacía completamente empapado y sin ganas de aparecer una sombrilla. Podía hacer un milagro para que las gotas no la tocaran pero ¿Qué sentido tendría entonces? Si quisiera eso habría ido directo al cuarto de hotel. Pero no estaba preparada para enfrentarse a la realidad. ¿En qué momento se le había ocurrido decirle que sí al plan de Gabriel? En el mismo en el que pensó que un pato era una buena bomba de agua y en el instante donde quería volver a ser un príncipe. Bueno, ahí estaba su reino, la calle llena de gente corriendo y ahí estaba su corona, una serie de sentimientos impropios de los demonios que la carcomían por dentro. Ella sola se había metido en eso pensando que saldría en menos de una semana ahora no veía el fin. Bien sabía que ningún demonio se enferma pero deseaba que su garganta se cerrara, algunas veces uno no puede soltarse del dolor por más que lo quiera.

Eso le pasaba a Beelz, le era imposible olvidad cada espina que estaba clavada en su pecho, desde la caída pensó que sus emociones se habían congelado, se equivocaba, uno siempre es capaz de romperse un poco más. 

No conocía las calles pero eso no le impidió caminar y caminar para llegar a su nuevo imperio, la calle cerrada y mojada donde nadie echaba el ojo; ese mismo día aprendió dos cosas; la primera, no le gustaban las fiestas de té, la segunda... Nunca desaparezcas de una fiesta así como así si no quieres que te busquen. Y si algo se le daba bien a los ángeles era encontrar lo que perdían incluso por muy oculto que estés; son como el ojo de Dios, es fácil desviar la vista sobre uno, sobre todo cuando tu aura parece llamar a los servidores del cielo a una cuadra. 

Demasiado bueno para ser verdad (Beelz x Gabriel Good Omens)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora